Prensa Latina
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La Habana, (PL) Durante las últimas décadas, el desarrollo tecnológico alcanzado, la expansión de Internet y las herramientas digitales reconfiguraron la sociedad y trajeron consigo grandes beneficios, pero también importantes retos debido a su marcada influencia en las nuevas generaciones.
Estudios realizados a nivel global refieren que uno de cada tres usuarios de la red de redes tiene menos de 18 años y los jóvenes entre 15 y 24 representan el 71 por ciento del total de ciudadanos conectados.
Así, los niños y adolescentes conforman el grupo más expuesto a esas plataformas y también el más desprotegido.
Un informe reciente del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) indica que en Europa alrededor del 96 por ciento de los menores tiene acceso a las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC), por lo que aumentan los problemas relacionados con las mismas.
Si bien los llamados nativos digitales tienen mayor facilidad para manejar esas herramientas y desempeñarse en los entramados de la web, el desconocimiento y la inexperiencia en otros ámbitos los llevan a caer en peligros considerables, muchas veces inadvertidos por los adultos.
De acuerdo con los analistas, las TIC intensifican los riesgos tradicionalmente enfrentados por la niñez y permiten la proliferación de nuevas formas de abuso y explotación infantil, al tiempo que dificultan su prevención y erradicación.
Desprovistos de sistemas de protección eficaces, los pequeños están expuestos constantemente a contenido inapropiado o no deseado como imágenes y videos pornográficos, materiales que incitan a la violencia, el racismo, el odio y la discriminación, o a las autolesiones, el suicidio y la anorexia, entre otras acciones contra su integridad física y mental.
Además, pueden establecer comunicación y/o contacto con agresores o individuos que inciden de manera negativa sobre su comportamiento.
La seguridad brindada por las paredes del hogar es ahora transgredida con mayor facilidad, muchas veces bajo la mirada de los padres, quienes subvaloran o desconocen los alcances de Internet.
En Europa, más del 40 por ciento de los adolescentes admite haber visitado páginas web desaprobadas por sus tutores y el 70 por ciento asegura saber cómo ocultar esa actividad.
En ese contexto, aparecen nuevas tendencias alarmantes, entre ellas el ciberbulling, el sexting y el grooming.
El primer término se refiere al uso de los espacios de la web para acosar, atacar y denigrar a otras personas, mientras que el segundo se usa para designar el intercambio de imágenes, videos y mensajes de contenido sexual y el tercero refiere las acciones deliberadas de un adulto para ganarse la confianza de un niño con el fin de abusar de él.
Según Unicef, el 92 por ciento de los sitios web que promueven la agresión sexual de los menores están alojados en solo cinco naciones, dos de ellas ubicadas en América del Norte (Canadá y Estados Unidos) y tres en el denominado Viejo Continente (Rusia, Francia y Países Bajos).
De acuerdo con ese organismo, "ningún pequeño está a salvo de los peligros en la red y nunca ha sido más fácil para los acosadores, los delincuentes y traficantes de seres humanos atacar a los más vulnerables".
Además de los riesgos antes mencionados sobresalen otros como la adicción de los chicos a las nuevas tecnologías, las dificultades para relacionarse con el entorno y sus compañeros y la reproducción de estereotipos y estilos de vida promocionados a través de esas plataformas.
Los niños también tienden a disminuir las horas de sueño para poder permanecer conectados, pueden mostrar irritabilidad, estrés, depresión o abandonar sus obligaciones escolares y otros hobbies no relacionados con las TIC.
Para el doctor británico Richard Graham, especialista en trastornos de la adolescencia, "la adicción a la tecnología es como un juego que termina con síntomas de abstinencia porque el niño permanece hiperestimulado y eso lo lleva a estar siempre alerta".
"Los servicios de salud mental deben dejar de lado modelos antiguos, creados para tratar otros problemas como el abuso de sustancias, y adaptarse rápidamente a los mundos cambiantes que los jóvenes habitan.
Tienen que entender seriamente cómo sus vidas pueden verse afectadas por el tiempo online no regulado", señala.
Por su parte, la comisaria británica para los Derechos de los Niños, Anne Longfield, alertó a inicios de enero sobre el impacto de las redes sociales en los menores de 12 años y las consecuencias de su uso excesivo y sin supervisión.
En declaraciones a la cadena de radio y televisión BBC, Longfield reconoció los grandes beneficios de Internet, pero advirtió sobre los riesgos emocionales para quienes lo utilizan, en especial los más pequeños.
Investigaciones recientes indican que, aunque la mayoría de los sitios digitales exigen tener más de 13 para poder registrarse, cerca de tres cuartos de los niños entre 10 y 12 años ya poseen una cuenta.
Ante tal escenario, la comisaria sugirió fortalecer el papel de las escuelas y familias en la preparación de los chicos para enfrentar los desafíos de la red de redes.
También expresó su preocupación por la ansiedad, baja autoestima y depresión que genera en los pequeños la búsqueda de aceptación y valoración en Facebook, Twitter, Instagram y otros espacios.
De acuerdo con indagaciones realizadas por la Sociedad Real de Salud Pública con la participación de mil 479 británicos de entre 14 y 24 años, Internet afecta la calidad del sueño y la percepción de la imagen corporal de los jóvenes, al tiempo que propicia las burlas y aislamiento.
Pese a todo lo anterior, la respuesta a esta problemática no puede ser la restricción del acceso a la web y las herramientas digitales, principalmente en el contexto actual, en el que el manejo de esos recursos es un requisito indispensable para el desarrollo profesional.
Un uso adecuado de la tecnología puede abrir a los niños las puertas a un futuro mejor, pero ello depende de la aplicación de medidas coordinadas entre la familia, la escuela y demás sectores de la sociedad.
Según el director ejecutivo de Unicef, Anthony Lake, "Internet refleja y amplifica lo mejor y lo peor de la naturaleza humana. Es una herramienta que siempre se usará para hacer el bien y para hacer el mal, por lo que nuestra labor consiste en mitigar los daños y ampliar las oportunidades que la tecnología digital hace posible".
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