martes, 31 de diciembre de 2013

El alzamiento del 1º de enero de 1958: una rebelión militar usurpada por los caudillos partidistas


 
Caracas, 31 Dic. AVN.- El 1º de enero de 1958 ocurre un alzamiento militar en contra de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez que demostró su debilitamiento en el poder y creó el clima de descontrol que 22 días después, el 23 de enero, llevaría a su derrocamiento.
La terrible situación del país, evidenciada por las persecuciones políticas, el peculado y la represión, motivaron que un grupo de oficiales, liderados por el coronel Hugo Trejo, planificaran una rebelión militar cuya meta era restituir la democracia y salvar del descrédito a la institución militar.
Sin embargo, su lucha fue silenciada por factores políticos como Acción Democrática (AD), que como dice el mismo Trejo en su libro La revolución no ha terminado, "triunfante sobre caballo ajeno" llegó al poder, tanto el 18 de octubre de 1945, al derrocar a Isaías Medina Angarita, como en su retorno al juego político luego de la caída de la dictadura.
Trejo, quien propuso la "democratización de las Fuerzas Armadas e integración al pueblo de Venezuela", se convirtió en un factor incómodo tanto para los caudillos políticos como para los que representaban el continuismo del régimen en el ámbito militar, quienes fraguaron su retiro del escenario político al ser nombrado en cargos de servicio exterior, durante una especie de "exilio" de 10 años.
Un año atrás
Los planes para la insurgencia del primero de enero de 1958 comenzaron el 6 de enero de 1957, cuando el coronel del ejército, Hugo Trejo, sostuvo reuniones con varios oficiales pertenecientes a la guarnición de Maracay, herencia del gomecismo.
Paralelamente, hubo conocimiento de un segundo grupo de oficiales que planificaban una insurrección, quienes fueron contactados y se sumaron al movimiento reconociendo como jefe máximo a Trejo.
También se supo de la intención que tuvo la Junta Patriótica ―coalición de importantes fuerzas populares que también planificaba un alzamiento popular― de plegarse al movimiento, sin embargo nunca se concretó reunión alguna, y los oficiales comprometidos sólo supieron de la Junta días después, cuando hizo los llamados a huelga previos al 23 de enero.
La "gran farsa" del plebiscito
Los resultados de la "gran farsa" del plebiscito convocado para el 15 de diciembre por parte de Pérez Jiménez, donde cerca de dos millones de electores lo legitimaron "voluntariamente" en el poder, activaron el plan de alzamiento en Caracas y Maracay, así como la toma de la base aérea de Boca de río (Palo Negro), en Aragua.
El movimiento se iniciaría el 5 de enero de 1958, del que resultaría, de tener éxito, la creación de una Junta Revolucionaria Cívico Militar, integrada por cuatro militares, uno por cada fuerza, y tres civiles, y un Consejo Consultivo Político conformado por AD, Copei, Unión Republicana Democrática (URD) y el Partido Comunista de Venezuela (PCV).
El 29 de diciembre se acordaron los detalles preliminares. El grupo insurgente contaría con varias guarniciones en Caracas y Maracay. "Era imposible pensar en el fracaso", dice Trejo.
El alzamiento
Los hechos se precipitan el 31 de diciembre cuando, por una delación, comienzan a llegar noticias sobre varias detenciones de algunos oficiales comprometidos, que hasta el momento eran 280.
Se acordó anticipar el alzamiento, cuya señal sería un avión sobrevolando Caracas a las 6:00 de la mañana, asimismo, se ordenó la toma del viaducto de La Cabrera y el distribuidor La Encrucijada para detener a las fuerzas leales al régimen que llegaran desde Valencia, estado Carabobo, San Juan de los Morros, en Guárico y Ciudad Bolívar.
No se pudo tomar Caracas ―de donde se envió una columna de tanques a Maracay― debido a que sólo se contaba con tres unidades comprometidas en el Cuartel Urdaneta (Catia), donde habían pocas municiones y personal, además los tanques eran simples vehículos sin artillería, frente al resto de las guarniciones de Caracas y La Guaira, que sumarían cerca de 6.000 hombres, artillería antiaérea y 25 blindados.
"No se podía brindar un éxito militar al gobierno, era darle fortaleza, era condenar la insurgencia", dice Trejo al respecto de un ataque en esas condiciones a Miraflores.
Por tal razón Trejo decide ocupar Los Teques, capital de Miranda y ubicación estratégica entre Caracas y Maracay, donde fue detenida la Seguridad Nacional y la Policía del estado se plegó al movimiento. Sólo se resistió la escuela de Ramo Verde, que fue finalmente rendida.
Éxito en Maracay
Desde la 1:00 de la madrugada del 1º de enero la guarnición de Maracay se encontraba en insurgencia. Los cuarteles Sucre, Páez y Bolívar estaban en rebelión. Al entonces subteniente Jacinto Pérez Arcay le correspondió, al mando de un pelotón, detener al comandante de guarnición y al gobernador del estado.
Los oficiales insurgentes allanaron la sede de la Seguridad Nacional, liberaron a los presos y tomaron los medios de comunicación y servicios públicos. El siguiente plan eran los bombardeos de Miraflores y la sede de la policía del régimen, en Caracas, con aviones de guerra.
El mismo avión caza F-86 que surcó Caracas, despegó desde Maracay, pilotado por el mayor Edgar Suárez Mier y Terán. Mientras, desde la radio el teniente Hugo Montesinos Castillo arengó al pueblo que salió a la calle a manifestar su apoyo a la insurgencia.
Trejo prisionero
El Grupo de Artillería Antiaéreo Rivas, supuestamente estaba comprometido con el movimiento, pero en realidad quedó bajo el mando de la dictadura y logró bombardear a un avión caza que aterrizó de emergencia en Maiquetía, donde se hizo prisionero a su piloto, el teniente Paiva.
Este hecho, junto a otros errores de movilización, produjo la huída del mando militar de las Fuerzas Aéreas y un grupo de pilotos hacia Colombia, a bordo del avión presidencial dejando a solas al movimiento insurgente, razón por la cual Trejo decide ir a Maracay para respaldar a las fuerzas ahora conformadas únicamente por oficiales superiores y subalternos.
En su viaje a la capital aragüeña, cerca de Los Cerritos (Aragua), Trejo logra identificar a un pelotón y lo hace prisionero. Al pasar por La Victoria y Turmero sospecha que algo ocurre debido al ambiente de tensa calma en ambos poblados, hasta que llega a las inmediaciones de la Escuela de Aviación Militar, en Maracay, donde es detenido por otros oficiales a bordo del vehículo en que se trasladaba.
Luego de la detención es conminado a pedir la rendición de las unidades insurrectas de los cuarteles Bolívar y Páez, más tarde le tocará hablarle al pueblo a través de Radio Maracay para manifestar su rendición.
Trasladado a Caracas se entrevista con Pérez Jiménez, quien lo amenaza. Luego del correspondiente consejo de guerra pasa a retiro por insurrección militar y lo hacen prisionero en la cárcel modelo.
Víctima de los viejos caudillos partidistas
Luego de la caída de Pérez Jiménez, factores militares aliados con quienes suscribieron el Pacto de Punto Fijo comenzaron a desplazar a los oficiales insurgentes del 1º de enero, que habían sido reincorporados a sus cargos.
Hugo Trejo, entonces sub comandante del Estado Mayor General, se había convertido en un activista del replanteamiento de la institución militar, "era necesario llevar al país a una nueva conciencia en su relación con las fuerzas armadas, había que recuperar el afecto y respeto de nuestro pueblo", dice en su libro.
Ante su posición de vanguardia que proponía la democratización de las Fuerzas Armadas, aquellos a quienes califica como "presidenciables", Rómulo Betancourt, Rafael Caldera y Jóvito Villalba, comienzan a cercarlo políticamente "vieron crecer su temor a un competidor que hablaba al país y a las Fuerzas Armadas en un lenguaje diferente".
A su vez la oficialidad de la dictadura que continuó al mando ―amparada por los líderes políticos de AD, Copei y URD― como Carlos Larrazábal, ministro de Fomento y Wolfgang Larrazábal, comandante de las Fuerzas Navales, entre otros, gestaron su salida y fue nombrado "embajador" en Costa Rica, cargo que fue sucedido por varias tareas en el extranjero hasta solicitar su baja en 1967.
En su libro, Trejo ―quien años más tarde respaldaría las rebeliones militares de 1992― se refiere a los representantes del Pacto de Punto Fijo como aquellos "que dejaron solos a los dirigentes asesinados, los que no estuvieron presentes en el amanecer del primero de enero y posteriormente usurparon aquel momento histórico y traicionaron el proceso revolucionario".
Pedro Ibáñez AVN 31/12/2013 12:42

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