Hace poco, cuando el presidente Nicolás Maduro cumplió seis meses de gobierno, Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional, creo que en El Furrial, dijo que en esos primeros seis meses no lo habían dejado gobernar, que no había tenido un día de descanso, que la oposición no dejaba de hacer por desestabilizarlo. Mientras Maduro recorría el país haciendo gobierno de calle.
El semestre comenzó con el llamado a “pagar la arrechera” en la calle y esas órdenes dejaron saldo de 12 muertos y numerosos heridos. Desconocidos los resultados electorales que daban la victoria a Maduro, se inició una pertinaz campaña contra el CNE, que desde entonces dejó de ser el más confiable sistema electoral reconocido por casi todo el mundo, campaña que han llevado al exterior pretendiendo invalidar las votaciones. Seguidamente aparecieron indicios de sabotaje en la industria eléctrica, en la petrolera, con mortal balance, los planes de magnicidio y el desabastecimiento de productos básicos, que junto a otros factores ha tenido el intencional político por parte de algunos productores y comerciantes, y que el Gobierno ha caracterizado como “guerra económica”.
Frente a esa incesante ofensiva, es oportuno repasar la historia para examinar los primeros seis meses de los once gobiernos constitucionales. En 1936, muerto el dictador Juan Vicente Gómez, hubo saqueos, mítines y manifestaciones de un pueblo reprimido durante casi tres décadas. A causa de la represión hubo varios muertos y se decretó la censura de prensa, pero no pretendían desplazar al recién electo presidente en el Congreso Nacional, general López Contreras, se reclamaban libertades todavía limitadas. El presidente Medina Angarita (1941-45) empezó gobernando con una oposición light.
Rómulo Gallegos (1948), aunque tuvo una oposición política desde la derecha, gobernó hasta cuando los militares lo quisieron; antes de un año fue derrocado. La dictadura de Pérez Jiménez (1952-58) se inició con escasa resistencia. Rómulo Betancourt (1959-63), al ser electo, hubo protestas en Caracas, pero hasta las izquierdas llamaron al apaciguamiento, y cuando cumplía seis meses, el 3 de agosto, los desempleados que pedían trabajo fueron disueltos a tiros, hubo tres muertos. Los otros presidentes constitucionales (Raúl Leoni, Rafael Caldera, Carlos Andrés Pérez, Luis Herrera Campins y Jaime Lusinchi) gobernaron sus primeros seis meses sin mayores trastornos, más allá de algunas perturbaciones de las guerrillas (1962-72). Fue en el Pérez II (1989) cuando las instituciones (Congreso, Fiscalía, Corte Suprema de Justicia) pusieron fin a su gobierno, antes hubo el Caracazo (febrero-marzo 89) y la rebelión del 4-F. El breve período del doctor Ramón J. Velásquez (1989-90) tampoco fue asediado, aunque hubo militares con interés en derrocarlo.
En cuanto a los seis gobiernos no constitucionales, ni Castro (1900-08) ni Gómez (1908-35) tuvieron problemas en sus primeros 6 meses; por el contrario, los aplaudieron. La Junta Revolucionaria de Gobierno (1945-48) vivió ese período triunfal, y ni la Junta Militar de Gobierno (1948-50) ni la Junta de Gobierno (1950-52) encontraron mayor resistencia que la de alguna emisora clandestina adeca, prensa subversiva y reacomodo de futuros conspiradores. La Junta de Gobierno (1958-59) tuvo gran apoyo del pueblo y militares conspirando, como Castro León en julio 58.
Como ustedes pueden ver, en todo el siglo XX y lo que va del XXI solo el gobierno de Pérez II fue acosado en su primer semestre, y debió dejar del poder. En los 113 años transcurridos hasta ahora, ninguno de los 18 gobiernos, con la excepción señalada, vivieron en sus primeros seis meses un acoso permanente como el que ha tenido Maduro, apenas electo y desde antes de su toma de posesión. Ha sido una empecinada oposición, con gran apoyo mediático y desde el exterior, que han hecho una feroz campaña, sin descanso, que mueven todos sus recursos por desestabilizarlo con miras a las elecciones del 8-D. Pero Maduro se ha legitimado con su acción y su gobierno de calle que tampoco ha cesado un momento. Aunque todavía tiene el compromiso de terminar de derrotar la guerra económica. SH.B.