Estimados colegas, ante todo
reciban un cordial saludo.
¿Acostumbra dejar el grifo abierto
mientras se cepilla los dientes o enjuaga los platos?
¿Enciende las luces en el día? ¿Utiliza el automóvil para
desplazarse en cortas distancias? ¿Deposita la basura en
sitios inapropiados? ¿Tala árboles para construir piezas
de madera sin sembrar posteriormente?
Si las
respuestas son afirmativas, considérese promotor del
desequilibrio de la Tierra
porque todas esas malas rutinas desperdician energía y
dañan el entorno. ¡Pero no se asuste! Aun tiene la
oportunidad de ser partícipe de un planeta mejor.
“La educación permite cambiar hábitos y solo
modificando nuestros hábitos es posible mitigar y
adaptarnos”, aseguró el investigador del Instituto
Venezolano de Investigaciones Científicas (Ivic) y
miembro directivo del Grupo Intergubernamental de
Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas
en inglés), Carlos Méndez.
El agua es uno de los “recursos” naturales
que peor se usa. La Organización de las Naciones Unidas
(ONU) calcula que alrededor de 700 millones de personas
en el mundo sufren escasez de agua y estima que para el
año 2030 solo habrá el 60% del agua necesaria para
vivir. Esto, de acuerdo con la ONU, como consecuencia
del aumento de la demanda en sectores industriales, para
generación eléctrica y en hogares.
El 70% de la energía eléctrica en Venezuela
es hídrica, que sin bien es más ecológica, implica mayor
vulnerabilidad ante la sequía y desertificación. Aunado
a ello, el calentamiento de las aguas del océano
Pacífico -que se repite cada dos y siete años- esta
siendo considerado como el más potente registrado hasta
la fecha, pudiendo provocar sequías extremas en los
países situados por encima del Ecuador (El Niño) y
fuertes precipitaciones en el sur (La Niña).
Aunque Venezuela tiene una elevada emisión
per cápita de gases de
efecto invernadero debido al alto consumo de combustibles
fósiles (principalmente petróleo), no tiene
responsabilidades históricas en cambio climático y sus
emisiones representan el 0,48% del total mundial (0.18Gton
CO2eq/año), cuando Estados Unidos y China emiten el 17% y
20%, respectivamente de los gases invernadero.
Sin embargo, las
Contribuciones Previstas Determinadas a Nivel Nacional de
Venezuela (INDC por sus siglas en inglés y presentadas en la
reciente COP 21) incluyen acciones tanto de adaptación como
de mitigación, estas últimas con el fin de bajar las
emisiones en al menos 20% para el año 2030.
La razón de esa ambiciosa
propuesta es bastante clara: todas las INDC son
insuficientes para mantener el aumento de la temperatura por
debajo de los 2 °C. Dos grados centígrados de más, al menos
en la región tropical, haría que la biología de los
organismos se trastornara por completo. ¿Cómo? Llegando más
rápidamente a su punto crítico de temperatura. Los animales
migrarían a lugares más frescos y las plantas crecerían
menos o simplemente no lo harían, por lo que la actividad
económica también se vería perjudicada.
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Lic. Armando De Sa
Teléfono: +58212 504 11 74 - 19 77
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Vista previa del archivo adjunto Carlos Méndez, vicepresidente del Grupo de Trabajo II del IPCC. Foto Bruno García.jpg
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