viernes, 5 de febrero de 2016

Estados Unidos y China emiten el 17% y 20%, respectivamente de los gases invernadero.

Estimados colegas, ante todo reciban un cordial saludo.

¿Acostumbra dejar el grifo abierto mientras se cepilla los dientes o enjuaga los platos? ¿Enciende las luces en el día? ¿Utiliza el automóvil para desplazarse en cortas distancias? ¿Deposita la basura en sitios inapropiados? ¿Tala árboles para construir piezas de madera sin sembrar posteriormente?

Si las respuestas son afirmativas, considérese promotor del desequilibrio de la Tierra porque todas esas malas rutinas desperdician energía y dañan el entorno. ¡Pero no se asuste! Aun tiene la oportunidad de ser partícipe de un planeta mejor.

La educación permite cambiar hábitos y solo modificando nuestros hábitos es posible mitigar y adaptarnos”, aseguró el investigador del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (Ivic) y miembro directivo del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), Carlos Méndez.

El agua es uno de los “recursos” naturales que peor se usa. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) calcula que alrededor de 700 millones de personas en el mundo sufren escasez de agua y estima que para el año 2030 solo habrá el 60% del agua necesaria para vivir. Esto, de acuerdo con la ONU, como consecuencia del aumento de la demanda en sectores industriales, para generación eléctrica y en hogares.

El 70% de la energía eléctrica en Venezuela es hídrica, que sin bien es más ecológica, implica mayor vulnerabilidad ante la sequía y desertificación. Aunado a ello, el calentamiento de las aguas del océano Pacífico -que se repite cada dos y siete años- esta siendo considerado como el más potente registrado hasta la fecha, pudiendo provocar sequías extremas en los países situados por encima del Ecuador (El Niño) y fuertes precipitaciones en el sur (La Niña).

Aunque Venezuela tiene una elevada emisión per cápita de gases de efecto invernadero debido al alto consumo de combustibles fósiles (principalmente petróleo), no tiene responsabilidades históricas en cambio climático y sus emisiones representan el 0,48% del total mundial (0.18Gton CO2eq/año), cuando Estados Unidos y China emiten el 17% y 20%, respectivamente de los gases invernadero.

Sin embargo, las Contribuciones Previstas Determinadas a Nivel Nacional de Venezuela (INDC por sus siglas en inglés y presentadas en la reciente COP 21) incluyen acciones tanto de adaptación como de mitigación, estas últimas con el fin de bajar las emisiones en al menos 20% para el año 2030.

La razón de esa ambiciosa propuesta es bastante clara: todas las INDC son insuficientes para mantener el aumento de la temperatura por debajo de los 2 °C. Dos grados centígrados de más, al menos en la región tropical, haría que la biología de los organismos se trastornara por completo. ¿Cómo? Llegando más rápidamente a su punto crítico de temperatura. Los animales migrarían a lugares más frescos y las plantas crecerían menos o simplemente no lo harían, por lo que la actividad económica también se vería perjudicada.

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