Por María José Navarrete / Resumen Latinoamericano/ 8 d enero 2018 .-
El sacerdote Mariano Puga con el nuevo mural de la Villa Francia
Desde la emblemática población, donde se termina un enorme mural de bienvenida para Francisco, el “cura obrero” desmenuza los ánimos que esperan al Pontífice.
Desde su casa en la calle Yelcho, en el corazón de la Villa Francia, comuna de Estación Central, el sacerdote Mariano Puga está entusiasmado. Se ve feliz. Inquieto. Expectante. A pocos metros, en un block de cuatro pisos, el artista Luis Henríquez, conocido como “Mico”, traza y pinta el mural en honor al Papa Francisco que hoy se inaugurará, junto a los pobladores del lugar.
El llamado “cura obrero” recuerda que para otra pintura que hicieron con Mico, en Navidad, “estábamos codo a codo y yo le dije: oye, mirando los murales de la dictadura, de un pueblo que llama a su liberación, y este Papa que nos visita, ¿por qué no le hacemos un mural a este Papa increíble, que llaman el Papa del pueblo?”.
El dibujante le contestó: “Ya lo estoy viendo. Voy a poner esa imagen del Papa con la paloma en la mano, como un espíritu nuevo que trae”, dijo. Finalmente, las imágenes fueron acompañadas de tres frases, todas escogidas por el propio sacerdote Puga.
¿Qué es lo que espera de la visita del Papa Francisco?
La verdad, yo soy crítico de la preparación que se ha hecho, porque creo que ha sido de espaldas al pueblo. Creo que los pobres no han sido consultados en la preparación de la visita del Papa. La gran falla de la organización es que no ha dado a conocer al pueblo de Chile quién es este Papa, qué piensa frente a los pobres, a la Iglesia, qué piensa de los pastores, del sistema económico. Eso no lo sabe el pueblo. Muchos no van a ir y no les interesa tampoco que venga, porque lo único que han oído es que esto va a costar $ 4 mil millones. El mural nuestro quiere suplir un poco lo que no se ha hecho, mostrarle al Papa que aquí hay cristianos metidos en la lucha de los pobres y decirle: somos pocos, pero estamos vivos.
¿Qué diferencias ve entre la visita de Juan Pablo II, en 1987, y esta?
Eran contextos históricos, políticos y de Iglesia muy distintos. Esa era una dictadura que había atropellado sistemáticamente los derechos humanos. Era una Iglesia en que el pueblo, los sectores más conscientes, cristianos, se habían jugado por los derechos de sus hermanos. Hoy no tenemos esa Iglesia. Pero, en cambio, tenemos un Papa que les habla a los pobres, a los migrantes, a los atropellados en sus derechos. Y aquí hay un corte entre el proyecto que tiene el Papa Francisco para la Iglesia, que somos todos, y los sectores oficiales de la Iglesia. Esta es la diferencia.
¿Cómo ve el actual estado de la Iglesia chilena?
Realmente, yo creo que es de los períodos más débiles de la Iglesia. Pero en realidad no digo de la Iglesia, sino de los sectores que la conducen. Me parece que es algo débil ante la realidad que vivimos.
Pero, ¿cómo ve los ánimos de la gente para esta visita?
Yo patiperreo para el norte y el sur, en unos talleres de Biblia que hago, y salvo los sectores más católicos, la respuesta es más menos el mismo tono. Lo primero que hablan es de los $ 4 mil millones. Y entonces yo me pongo a hablar y a preguntarle a la gente: “¿Usted sabe quién es el Papa? No. ¿Usted sabe que el Papa no vive en el Vaticano? No. ¿Usted sabe que el Papa ha dicho que quiere una Iglesia pobre? No. ¿Usted sabe que el Papa celebra su cumpleaños con mendigos de Roma? No”. Entonces seguimos con una imagen poderosa de la Iglesia, del Vaticano, de los ricos, pero de este Papa no sabemos mucho. Ahora tenemos un plazo corto para cambiarlo con cosas como esta, el mural y otros gestos que se están haciendo en muchas partes. El Papa dice: yo quiero una Iglesia pobre y para los pobres.
Fuente: La Tercera
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