jueves, 3 de octubre de 2013

Golpe de Timón Barinés


SONY DSCBarinas, la de música llanera y carne en vara; la del llanero alegre y los grandes ríos. Esa, donde nació el hombre que desde pequeño era conocido como el Arañero de Sabaneta, es la tierra donde 177 representantes de comunas llevaron a cabo, del 22 al 24 de septiembre, el encuentro de la Redi Llanera, compuesta por los estados Apure, Cojedes, Guárico, Portuguesa y Barinas.
La vía para llegar al encuentro no la conocían, solo sabían que era pasando Barinas y que tenían que hacer las preguntas típicas que todos hacen cuando se va a un sitio por primera vez.
A lo largo del recorrido, a mano derecha, si vas de Barinas a Santa Lucia, se aprecia la construcción del urbanismo Generalísimo Francisco de Miranda, que se encuentra bastante adelantado. Para los habitantes de la zona, este lugar donde estuvo el Comandante Chávez en una de sus últimas visitas inspeccionando el estado en que se encontraba la obra, es referencia importante al salir de Barinas.
Una vez que se conseguía la vía hacia Santa Lucia los cuadros naturales colgados en el aire iban apareciendo. Un cielo despejado, abundante pasto y potreros llenos de vacas de diferentes razas que producen hasta 30 litros diarios de leche para el consumo humano o la elaboración de quesos, comienzan a dar la bienvenida.
El pasto, en algunas partes inundado por el invierno llanero, permitía ver a primeras horas de la mañana algunos “babos” – caimán pequeño del llano – en un lote de tierra seca calentándose con el sol antes de que pasara un carro y los ahuyentará.
Más adelante, al llegar a la “ye” de la carretera que lleva hacia a Santa Lucia, se consigue una valla de PDVSA que informa la existencia de los depósitos de taladros para la explotación de petróleo. Causa bastante impresión para los que no han pasado por esos lados ver a lo lejos algunos de estos taladros haciendo su trabajo.
Después de haber transcurrido una hora de camino se llega al pueblo de Santa Lucia, cuya parroquia lleva el mismo nombre. Ese día, la gente – en su mayoría mujeres – hacía en calma una corta cola para el Mercal al lado de la prefectura. Frente a esta se encuentra la plaza Bolívar, uno de los sitios que la gente del pueblo identifica como un lugar de encuentro donde se reúnen en las noches.
Más allá del pueblo, se consigue un arco con dos vasijas gigantes de barro que sirven de columnas, pintadas con el tricolor nacional. Al traspasar ese arco, se ha llegado al territorio de la comuna Victoria Popular las Uvitas.
SONY DSCVictoria Popular las Uvitas
El nombre de la comuna está compuesto por tres palabras que la definen y que más allá de una oración tienen una relación histórica. La primera de ellas (victoria), se debe a la consolidación de las luchas campesinas con el triunfo electoral de la revolución en el año 99. Popular porque es una lucha del pueblo desde distintos ámbitos y generaciones. Uvita, en honor a la mata, conocida también como Cubarro por los llaneros, quienes la usan para la elaboración de vinos naturales.
“Contamos con un potencial agrícola y pecuario. Tenemos 11.240 hectáreas netamente productivas, más de 8.000 reces. Diariamente salen desde esta comuna hacia la alimentación de los venezolanos cinco mil litros de leche, aparte del queso que producimos; y rubros agrícolas. Tenemos 46 lagunas para la cría de cachama, con la visión de seguirnos expandiendo. Contamos con ríos navegables como el Santo Domingo, El Pagüey y colindamos con el río Apure y el Masparro”, explica Rodolfo Romero, vocero de la comuna.
Dentro de sus fortalezas como comuna, reconocen el nivel organizativo y la intención de los comuneros de avanzar, la convicción de creer en el proyecto revolucionario y en la consolidación del socialismo. Hacia allá van enrumbadas todas sus propuestas.
SONY DSCEl encuentro entre comuneros
El impacto social que tiene el hecho de que se esté realizando esta jornada en la comuna es alto, afirma Romero, “ya que de esta manera los comuneros pueden palpar nuestra realidad y se la puedan llevar a otras comunas”. Para él, esta reunión sirve de aporte para que tomen en cuenta las propuestas que saldrán de esas mesas de trabajo.
Una de las cosas más interesantes de este encuentro es poder ver a 177 comunas reunidas en un mismo espacio geográfico, aún perteneciendo a diferentes estados.
A pesar de haber viajado en algunos de los casos más de 8 horas desde sus lugares de origen, se sentía el ánimo y la fuerza que traían comuneros y comuneras.
Lo primero que hacían al llegar era registrarse como voceros de sus comunas en el encuentro. Eso les garantizaría, además de su participación en las mesas, su alimentación, estadía y demás atenciones.
Al día siguiente comenzarían los debates en las diferentes mesas que se habían conformado, considerando que hubiese representación de diferentes estados y comunas.
A medida que transcurría el primer día de debate, la discusión fue agarrando color y en cada mesa se oían participaciones bien argumentadas, que muchas veces eran refutadas por otro camarada, como se decían entre ellos, siempre recordando al máximo líder de la revolución, Hugo Chávez Frías.
El relator iba anotando todas las propuestas que salían de cada comunero para que al finalizar el encuentro se pudieran consolidar y llevarlas a la plenaria. Entre los acuerdos alcanzados, destaca la transformación de la economía nacional de dependiente a independiente, lo que permitiría que se mantenga en el tiempo y en el espacio; la participación de manera activa en los medios de comunicación y en las redes sociales, para lograr tener una comunicación veraz y oportuna.
SONY DSCLa casa de Luis Ángel Campos
A su llegada al encuentro, el ministro del Poder Popular para las Comunas y Movimientos Sociales, Reinaldo Iturriza, quiso romper el protocolo de otros encuentros.
Con botas de lona color beige, un pantalón azul oscuro y una camisa vinotinto, el ministro caminaba acompañado por parte de su equipo de trabajo (asistentes, personal de seguridad, coordinadores, directores y presidentes de entes adscritos), comuneros y comuneras y la secretaria de la gobernación del estado Barinas. Después de haber hecho un largo recorrido conversando con las personas que lo acompañaban, llegó a la casa de Miguel Ángel Campos, un hombre de mirada alegre. A sus 74 años, con 5 hijos, además de nietos y bisnietos, tiene una mente lúcida.
Campos recordaba, junto al ministro, cuando trabajó como administrador de la hacienda El Carira, entre Coloncito y la Fría, estado Táchira, cuyos propietarios eran los monseñores Suárez, Ramírez y Feo. “Ahí fue donde me puse viejo, como dicen. Trabajé muchos años, aquí ya tengo 10 años en estas tierras, después de que me vine de San Vicente (Estado Zulia)”, decía Campos.
Durante 13 años vivió en el Zulia. “Si hay alguno que la conozca mejor que me lo diga, yo pesqué muchos años en el lago de Maracaibo. Aquí donde me ven, viejo y feo, no digo mentiras, lo que yo le diga a usted puede escribirlo, porque de cuna fui así, soy así y así moriré”, expresa Campos sobre sus años de vida.
Luis Ángel también recuerda “cuando él (Hugo Chávez, para ese momento candidato a la presidencia) andaba en la correría cuando se lanzó. El que no haya visto le digo cómo fue eso, cómo se hizo la tarima al frente de una bar que había. Esa calle se llenó desde el río hasta la tarima y por la calle no podían pasar los carros, fue mucha gente, fue muy sonoro”. Para él, este momento es importante, marca un antes y un después en la historia política venezolana y la organización popular.
SONY DSCUna visita histórica
Fidel Silva, vocero de la Comuna Victoria Popular las Uvitas, es una de las personas que presenció el día que llegó a esas tierras Hugo Chávez y le entregó las tierras de las que se habían adueñado por muchos años los terratenientes a un grupo de campesinos, entre los que se encontraba él.
“Ese día llegó en carro. Aunque esperábamos que llegara en helicóptero, apareció de sorpresa. Él hablaba mucho de los campesinos porque sabía que éramos esclavos de los terratenientes”, recuerda Silva.
Otro de los testigos de esa visita es Rodolfo Romero. La cuenta como si no hubiese pasado el tiempo en su memoria: “El Comandante vino por tierra en un rústico y llegó aquí palpando cómo era el vivir de la gente. Ese día comió sopa y carne asada con nosotros, criollito, duró medio día aquí. Recuerdo casi textualmente lo que nos dijo antes de irse: ‘Camarada, espero que esta unidad se mantenga por siempre, no olviden que trabajar en colectivo es la visión del mañana para garantizar que seamos verdaderamente libres”. Continúa contándonos que “para el mes de marzo, cuando vino, no estaba la carretera. Esto era tierra, granzón y caminos sin asfalto”, comenta Romero.
En este momento la realidad de la vialidad ha mejorado. Desde Barinas hasta Santa Lucia se consigue el camino asfaltado. Sin embargo, después de pasar del pueblo hay un tramo lleno de huecos que se esconden por el lodo propio del verano llanero.
Romero hurga en su memoria y hace un breve recorrido por la historia del espacio donde hace vida ahora la comuna: “Vamos a remontarnos a los años 2001-2002. En ese momento, un grupo de campesinos (170 aproximadamente) acampados en las montañas, inspirados por los rumores de los rescates de tierras a nivel nacional, decidimos conformar una asociación de campesinos. Hicimos un estudio de la utilidad que estaban prestando estas tierras y vimos que este era un espacio ocupado por el terrateniente Ángel Omaña. Además, descubrimos que tenía pistas clandestinas que para buen uso no creemos que las utilizaba”.
El mensaje que recibieron los campesinos en esa visita, recién aprobada la ley de tierras, en el fondo fue el mismo que le dio al país el 20 de octubre de 2012, antes de abandonar su patria por motivos de salud, donde le encomendaba a Nicolás Maduro el tema de las comunas como su propia vida.
El vocero está convencido de que el Comandante siempre tuvo la visión de las comunas, ya que cuando les entregó las tierras no existía la ley Orgánica de los Consejos Comunales ni la Ley Orgánica de las Comunas y mucho menos se escuchaba nombrar la palabra comuna, pero la intención era que el pueblo se organizara.
En los ahora comuneros y comuneras, quedó grabada la idea de trabajar en colectivo. Cuando 101 familias se instalaron en estas tierras en un ámbito de 11.240 hectáreas, se comenzaron a sentar las bases para consolidar lo común, sin individualidades.
 Abraham Torrealba- Prensa- MinComunas

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