miércoles, 28 de mayo de 2014

Construyendo un sueño en manos de mujeres…


Campo Rico SP 188CopiaEn plena urbe de Caracas, en el transcurrir de la avenida Francisco de Miranda, ahí, en una esquinita, con el alzar de la vista, es ineludible observar un edificio gigante -que para muchos pudo haber sido construido por una empresa constructora. Pero el que se acerca puede comprobar que es una obra que se está construyendo con el sudor y las manos arraigadas de 200 mujeres.
El sueño –en proceso de hacerse realidad- comienza con la idea de una de esas mujeres, aconsejada por la palabra de un hombre. Limina Santaella, de 33 años, madre de una niña, cuenta cómo su padre abrió la esperanza de ese sueño compartido.
Relata que muchas veces veían ese terreno vacio y lleno de escombros, pero empezó a sonarle la idea y se unió a sus compañeras en un mismo sentir. “Hace ocho años empezamos a pensar en el barrio, empezamos a caminar por todos los entes del Gobierno y en el camino decidimos juntar más personas para que se sumasen a la lucha”.
Para Limina era solo el comienzo, pero todo cobró sentido cuando escuchó sobre la labor del Campamento de Pioneros (movimiento social que impulsa la autoconstrucción de viviendas).
“Al principio eran muchos los obstáculos –cuenta- pero nosotras insistimos y luego al obtener el terreno conocimos a otros campamentos. Todo empieza a tomar forma y desde ahí comienzan las reuniones, el trabajo voluntario, la creación de conciencia”.
Campo Rico SP 126CopiaEn muchas ocasiones se le decía a la gente que estaba en la lista de los futuros habitantes de las viviendas en construcción. Pero para que estuvieran activos y comprometidos, simplemente pedían que se sumaran al trabajo voluntario, trabajando en jornadas semanales.
Sin embargo había muchas personas que no mantenían la confianza de que se pudiera lograr, y fue cuando –en una de sus reuniones- escucharon atentamente al comandante Chávez, quien habló desde El Calvario con el Campamento Nacional de Pioneros.
Sumándose a la construcción de viviendas
Campo Rico SP 166CopiaLimina recuerda la gestación del proyecto en la intervención de una compañera del campamento nacional, en la que expresaba que aunque no eran prioridad en la entrega de viviendas por parte del gobierno, estaban dispuestos a construirlas por ellos mismos.
“El Presidente escuchó detenidamente, habló sobre el movimiento, sobre el trabajo de autoconstrucción y eso despertó el interés de nosotras y desde allí, desde esa brecha, entendimos que esa era la vía que debíamos tomar y lo estamos haciendo”, cuenta la vocera.
El 05 de mayo de 2011 el comandante Chávez expropia el terreno y aprueba los recursos para que estas mujeres echen a andar, finalmente, la construcción de sus nuevos hogares.
Desde ese momento decidieron conformarse en Campamento de Pioneros con el nombre de la Nueva Comunidad Socialista “Francisco de Miranda”, integrado hoy día por 11 consejos comunales organizados en el sector del Gran Campo Rico, donde esperan conformarse en comuna.
Campo Rico SP 164Copia¿Autoconstrucción? “Eso fue todo un tema -sigue Limina- pues el pueblo venezolano lleva toda una vida construyendo sus casas, construyéndole al privado para que el mismo lo venda, y construyendo en el barrio a medida de sus posibilidades para levantar a su familia”.
No necesariamente tenían que ser ingenieros para ampliar sus viviendas, que muchas veces se quedaban pequeñas para tanta gente. Ahora está en sus posibilidades la construcción de edificios en plena avenida, la de construir en revolución.
Al preguntarle cómo construyen revolución, Limina afirma con seguridad que no solo es construir. “Es demostrar que la única forma de que el pueblo venezolano entienda que el asistencialismo nos tiene amañados es haciendo las cosas, no es que todo me lo tienen que dar para poder valorar lo que tengo”.
Campo Rico SP 015CopiaEn muchos casos, la facilidad no es un camino, consta en estas mujeres que decidieron trabajar en convivencia. “No es fácil crear conciencia puesto que todos piensan diferente”, cuenta, y acota que “la gente de barrios está acostumbrada a tener una forma de vida diferente”: habitualmente estas personas no cancelan servicios públicos, ni se involucran en actividades de convivencia dentro de la comunidad, excusándose en el trajín diario.
Todo lo contrario a lo que se piensa en el campamento, pues ahora que se trabaja en conjunto, se han trazado mantener esa unidad, evaluando las posibilidades de crear proyectos socioproductivos (carpintería y herrería) para los demás campamentos, con la idea de auto-sustentarse en la comunidad.
En referencia al trabajo de autoconstrucción de los nuevos urbanismos, Limina señala que se debe perpetuar la revolución en el país, y la única forma es viviéndola, haciéndola, creándola, no viviendo solo de ella, sino creando y aportando para ella, y qué más que el vivo ejemplo del trabajo diario en el Campamento de Pioneros.
El real motivo era hacer comunidad
Campo Rico SP 023CopiaCon sus 30 años, Natalí Corzo es una de esas mujeres trabajadoras. Cuenta que cuando empezaron las asambleas se hacía más fructífero el tema de construir viviendas un poco más abajo del pleno barrio, pues si la gente podía construir viviendas en los barrios, ¿por qué no hacerlas en las avenidas?.
La creencia popular de que sólo los hombres hacen el trabajo fuerte no pasó nunca por la mente de Natalí. Acostumbrada a la asistencia médica – ella que es higienista dental – poco a poco, y así mujer tan mujer como es, fue adquiriendo junto a sus compañeras la pericia en encabillado, encofrado y fabricación de pilotajes que ha levantado los edificios que ahora destacan en plena avenida.
Campo Rico SP 073CopiaEl compromiso es la construcción de siete edificios, consolidando doscientas viviendas. “Si no están completas, simplemente no se entregan, porque debe ser la alegría de todos por igual”, explica Natalí.
Y trae a la memoria que la necesidad de una vivienda fue producto del hacinamiento. “Ese fue como el empuje –añade-, sin embargo al llegar al urbanismo hemos aclarado que eso formaba parte de la necesidad, mas no del motivo, nuestro real motivo era hacer comunidad”.
Y con el pasar de los días, levantándose a las cuatro de la mañana, juntándose con una de sus compañeras en un pequeño socioproductivo-como es la venta de arepas-, Natalí ha demostrado ser una guerrera como vocera en el cumplimiento de sus deberes en el campamento y como madre de Juan Sebastián, un niño de apenas un año que crece entre las 200 familias constructoras.
Trabajo comprometido que se cuenta en horas
Campo Rico SP 138Copia“La convivencia de estas 200 familias en el campamento es muy dinámica”, expresa sin recelo Yulimar Martínez, otra madre, otra guerrera fundadora del sueño que se sigue. Entre facturas y papeles, dice que las familias pueden decidir en qué horario pueden estar, cómo pueden cumplir con el voluntariado en concordancia con sus responsabilidades.
“Lo importante es que cumplan un mínimo de 11 horas a la semana de trabajo en obra y en los espacios del campamento –cuenta Yulimar. Es decir, estar en las áreas, participar en la cocina para los almuerzos de los trabajadores, cubrir guardias diurnas y nocturnas”.
Comúnmente se ve que los sectores construyen en los barrios sin ninguna asesoría técnica. Pero en el Campamento de Pioneros de Campo Rico se cuenta con un personal técnico capacitado que también evalúa el trabajo que realizan las familias.
Además del conocimiento en la obra, cada familia debe tener un conocimiento básico en formación política. Simultáneamente se hacen reuniones de nuevos grupos, para aquellas personas que están interesadas en conformarse en este tipo de campamentos desde sus espacios, y también las reuniones para conocer el estado de los materiales que se necesitan para la construcción.
“Para las madres es bastante duro pues los niños te exigen mucho, muchas veces no entienden el compromiso de estar aquí, a veces queremos estar con ellos en el parque, pero es una lucha constante lo que tenemos aquí”, relata Yulimar.
Campo Rico SP 134CopiaEn medio del trabajo albañil y forrada de pies a cabeza debido al sol incesante, Luz Mary Sobogal, una abuela de 61 años, considera que “se siente privilegiada” de estar construyendo su propia vivienda con sus manos. Hace 33 años –luego de venirse de su tierra natal Colombia- ha estado viviendo en una casa alquilada con su familia, y viéndose en la necesidad de tener que facturar por algo que no es su suyo, decidió integrarse al Campamento de Pioneros.
“Aquí nos presentaron la propuesta de construir mi vivienda para mis hijos y aquí estoy, buscando tener un nivel de vida mejor. Para mí este modelo de autoconstrucción es una bendición. A pesar de mis años tengo la fuerza necesaria para construir, me ayuda a tener mucho más ánimo”, cuenta animada, para luego concluir con la esperanza: “Si uno ve que todo el mundo está recibiendo su vivienda por qué no tener la fe de que también podré tener la mía”
Campo Rico SP 207CopiaEl modelo de autoconstrucción de viviendas ha consolidado la capacidad de organización de las comunidades, creando nuevos espacios, cerrando con la hegemonía de poder de las constructoras que por años han venido explotando a los más necesitados, quienes en base a sus necesidades han creado alternativas de vida en los barrios de la ciudad. Ejemplo de esto es la creación de los Campamentos de Pioneros, orgullo para muchos, muy a pesar de que para quienes siempre detentaron el monopolio de la construcción esta revolución que se hace con las manos suene a desfalco.
Texto: Diana Hernández
Fotos: Sabrina Porras

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