Desde que tengo uso de razón recuerdo el mapa de Venezuela con unas rayas en la zona de reclamación del Esequibo. Recuerdo también la indiferencia que acompañaba este tema en la IV República, cuando la soberanía y la identidad lucían como simples nociones vacías ajenas a nuestra realidad.
En el presente la reclamación adquiere un tono diferente. No es casual el vínculo de la Exxon Mobil, empresa estratégica para la seguridad energética de EEUU, con Guyana, con su particular provecho en el Esequibo, todavía en disputa, aunque los títulos más antiguos, desde la época de conquistadores, como Alonso de Ojeda y Américo Vespucio, ratifican que el territorio es nuestro, en contraposición a la ilegitimidad del Laudo de París en 1897.
Al privilegiar la injerencia extranjera, una vez que permite que la Exxon explore la Guayana Esequiba, el presidente David Grange demuestra que es un títere más del Pentágono, de la Casa Blanca, de las políticas injerencistas de EEUU, asunto ratificado en su reciente entrevista con el Departamento de Seguridad estadounidense para recibir lineamientos desde allá, después de sus insultos al Gobierno de Venezuela y al presidente Maduro.
Guyana es usada entonces desde el norte para crear más caos en Venezuela, sumándose a la desestabilización de que es víctima, a través de los tres ejes Miami, Bogotá y Madrid porque, definitivamente, atacar desde el exterior resulta más efectivo que desde la oposición venezolana cuando sus líderes validan como estrategia negar
todo aquello que los vulnere.
todo aquello que los vulnere.
En definitiva, la decadencia política de la oposición se hace cada vez más evidente, tanto fuera de Venezuela como dentro de ella, con la apatía de sus seguidores y, más aun cuando algunos de sus representantes, como Capriles, se parcializan con el Gobierno guyanés, dejando claro de quién siguen directrices.
No hay comentarios:
Publicar un comentario