jueves, 28 de noviembre de 2013

El camino de Ana

El camino de Ana

Paisaje PetareTodo comenzó en la mañana. Ana Marcado, con su pelo atado, blanco, los ojos morenos detrás de sus lentes, salió de su casa a las 6h30. Las calles y los cerros de Petare todavía guardaban el rumor incierto de la noche. Era domingo 24 de noviembre. A su lado se iban acercando hombres y mujeres con los ojos de quien sabe que la historia puede estar en sus manos.
“Fue trabajo, toda la semana en reunión, ponernos de acuerdo, qué vamos a hacer, tú haces esto yo hago lo otro. Colaboramos entre todos con el té con limón, para hacer el hervido al mediodía”, recordaría al entregar la tarde su luz a la noche.
Abrieron el centro de votación. Ya el sol tocaba los primeros techos. Todo estaba listo. Habían recibido la formación por parte del Consejo Nacional Electoral, cada elemento estaba donde debía estar. Una pregunta iba de silencio en silencio, ¿se acercaría la comunidad a la elección, y, realmente diría que sí?
PetareA partir de las 7h15 comenzaron a acercarse los primeros vecinos. De a poco. Ingresaban, y luego de identificarse en las listas, bajo las sonrisas crecientes de los comuneros y comuneras, se dirigían a las urnas. “¿Aprueba usted la creación de la carta fundacional para la conformación de la comuna?”. Solo dos casillas: “Sí”, “No”.
Ahí estaba, ofrecida a cada vecino, la carta “elaborada entre todos los comuneros, a petición de las necesidades de nuestras comunidades, de nuestro pueblo”. Su aprobación significaría el nacimiento de la comuna, un nuevo paso en un camino de varios años de organización popular, de “bajar y subir escaleras, de reunirnos todas las semanas”.
Cuando la mañana ya se acercaba a su fin comenzaron a nacer algunas certezas, tímidas pero repetidas. “Estamos viviendo un proceso democrático, libre y espontáneo nunca visto”. Luego una pausa. “La jornada de hoy es de mucha participación, el pueblo ha entendido la importancia de esta nueva institución de Venezuela como es el poder popular, como es la comuna”.
Pasado el mediodía, mientras los perros encontraban refugio en la sombra, ya no existían dudas. Vistos desde arriba, los cerros de Petare eran esa inmensidad golpeada de pueblo, donde, en cada ladera, se multiplicaban reflejos rojos como oleajes de un legado presente.
Colas para el referendoVistos desde abajo eran colas, urnas, música, toldos, leyes bajo el brazo, Planes de la Patria borroneados. Todo se asemejaba a la alegría, a una fiesta con las puertas abiertas, grandes, para que cualquier persona que quisiera ser parte del “sueño de una cosa”, como dijo alguna el filósofo Karl Marx, pudiera entrar.
Ana salió del centro de votación un momento a buscar cielo. “Yo antes no sabía lo que era un alcalde, un gobernador. Yo he conocido a mis vecinos a través del consejo comunal, que he estado trabajando y compartiendo bastante con ellos”.
En ese mismo momento los 22 consejos comunales que en horas de la noche serían la comuna Alicia Benítez estaban en proceso de votación. Ana lo sabía y eso la poblaba de fuerza. Pero lo que no sabía era que 11 comunas serían fundadas en Petare ese día. Tampoco que serían 169 en el país, que el lunes amanecería con un total de 452 comunas.
La jornada marchaba como lo había esperado. Ahí estaban sus compañeros de todos los días, los que habían logrado dar vida a “11 módulos Barrio Adentro, 1 Centro de Diagnóstico Integral, 2 Infocentros, una ruta comunal con 6 unidades de transporte, una Empresa de Propiedad Social de gas comunal y la chocolatera”.
Petare 4Pero algo más le trazaba ilusión en la mirada, y eran los jóvenes que se habían acercado a votar, a participar de la organización de la jornada. Ahí estaban por ejemplo Manuel y Astrid, de 18 y 21 años, parte de los comités de cultura y seguridad. O John Cisnero, que con sus 20 años y una grabadora la entrevistaba para el Colectivo Radiofónico Petare.
Al alejarse el sol de los rostros hasta perderse en la caída de los cerros, ya nacían los primeros abrazos. La votación había finalizado. Las tendencias eran irreversibles. Lo decían las vecinas, las listas, las confesiones abiertas.
Petare 4 chocolateraTodos partieron entonces hacia la Chocolatera de Maca, una Empresa de Propiedad Social que sería más tarde parte de la comuna. Ese era el punto de encuentro de los consejos comunales, de comuneros y comuneras que sentían en sus cuerpos el tiempo de la esperanza, de ser protagonistas de una jornada fundacional, que afirmaría que sí, que tantos esfuerzos, errores y perseverancias serían reconocidos.
Ana se sentó en la parte derecha de la primera de las cuatro filas. El salón desbordaba. Pancartas, consignas, franelas y gorras con esos ojos que son todos los ojos. Afuera se había formado una cola donde una persona por centro de votación cargaba la caja con los resultados finales.
Ya la noche se había abierto sobre las casas. El viento se alejaba hacia el mar. Y a las 7h sucedió el anuncio: 97% de los votos habían sido a favor del “Sí”, 3459 de los 3795. La comuna Alicia Benítez, un horizonte trabajado, ya podía comenzar a crearse.
“Estamos viviendo una nueva etapa, una tarea que nos dejó nuestro líder”, dijo Ana. En sus manos, la historia pequeña, gigante, construida con paciencia, humildad. El objetivo del Plan de la Patria de 450 comunas había sido cumplido antes de concluir el año.
A partir del día siguiente comenzaría la construcción de la comuna, su Parlamento, su Banco Comunal, y así, los diferentes órganos de esa nueva institucionalidad, la que deberá dar vida a una de las mayores travesías populares: el autogobierno.
Al retirarse cada hombre y cada mujer de la Chocolatera, esa misma que le había enviado bombones al comandante Hugo Chávez durante su tratamiento en Cuba, todo parecía más claro. Las palabras se iban perdiendo limpias por las calles de Petare, de Venezuela, diciendo el poder del pueblo, repitiendo comuna o nada.
Texto: Marco Teruggi – Prensa MinComunas.
Fotos: Gustavo Lagarde – Audiovisuales MinComunas.

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