Por Modaira Rubio/Plataforma de Periodistas y Comunicadores de Barinas/
La selección alemana ganó un evento que fue hecho a su medida, sin restar los grandes méritos de sus jugadores. El sistema FIFA favorece a los poderosos, por ello la gran “sorpresa” del Mundial fue la impecable actuación de los equipos de Costa Rica, Chile, Colombia y Uruguay, y los campeones de la dignidad latinoamericana: la selección Argentina.
El programa De Zurda -golazo de audiencia anotado por Telesur- conducido magistralmente por Diego Armando Maradona y Víctor Hugo Morales, junto a la valiente actitud de muchos mandatarios latinoamericanos, ex futbolistas y políticos, permitieron “desmitificar” el Mundial y conocer lo que hay tras bastidores como nunca antes.
Pudimos observar el descaro de la FIFA en la cobranza de sumas escandalosas para las transmisiones; su responsabilidad en los malos arbitrajes que afectaron la salud mental y física de los futbolistas; la existencia de jugadores “de primera y de segunda”, según el país y los intereses que representen; la discriminación en todos los sentidos, la injusticia y el negocio de la venta de las ilusiones de millones de personas en el mundo.
La FIFA censuró y bloqueó la mayoría de las retransmisiones web de los partidos; solicitó a twitter retirar las cuentas que usaran sus fotos oficiales para proteger “derecho de autor” y “propiedad intelectual” y eliminó numerosas imágenes; retiró a Maradona su carnet de prensa, porque los comentarios del astro generaron molestias en algunos de sus directores; permitió una verdadera mafia con la reventa de boletos que llegaron a precios astronómicos y de estafa.
Inolvidables las palabras del presidente Pepe Mujica, en el aeropuerto internacional de Montevideo, mientras esperaba al equipo uruguayo: “En la FIFA son una manga de viejos hijos de p….”, así se refirió este líder latinoamericano al cartel futbolístico presidido por Joseph Batter.
Por otro lado, ganaron los pueblos. El pueblo de Brasil, pese a que la derecha recalcitrante quiso “tumbar” a Dilma antes y durante la copa, por la tragedia que sufrió su selección, se mantuvo firme y se negó a la violencia y a desestabilizar su democracia. Igual pasó en Argentina. Nuestra Patria Grande no cayó en la trampa de las trasnacionales del entretenimiento y con orgullo aupamos y aplaudimos a nuestras selecciones, pero también tomamos conciencia que no se trataba sólo de un juego de pelota: hay grandes negocios e intereses detrás de estos espectáculos que no tienen nada que ver con la pasión futbolística de los pueblos. Para Nuestra América, este Mundial en Brasil demostró que somos capaces de organizar encuentros de gran magnitud pese a que muchos señalaron que no se tenía la capacidad técnica y logística.
La moraleja que aprendimos en este lado del mundo es que si queremos que el fútbol latinoamericano continúe creciendo, debemos denunciar y desenmascarar las mafias y las desigualdades del sistema FIFA o difícilmente la Copa del Mundo volverá a este continente, pese a que tenemos a Messi, a James Rodríguez y a los mejores jugadores del planeta.
@modairarubio
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