martes, 15 de julio de 2014

Venezuela: El chavismo y la puja esperanzadora


chavez votoPor Carlos Machado Villanueva
Desde hace 15 años en  Venezuela ocurre una dramática pero esperanzadora  puja entre quienes consideran viable la profundización democrática en todos los órdenes  de la sociedad venezolana por vía electoral y  quienes la utilizan para evitarlo pues ello conllevaría a una  más justa distribución de una renta petrolera que siempre y equivocadamente han creído suya, cuando en realidad  es de todas y todos lo venezolanos, y de manera raizal.
En ese orden,  los bolivarianos, guiados por la doctrina chavista –según el MG Vladimir Padrino López ya existente  como tal-, intentarían  desde entonces y por todas las vías posibles, convencer a las grandes mayorías del derecho pero también del deber  que tienen a la participación protagónica en la toma de decisiones políticas que se deban tomar en el país, muy particularmente las relacionadas con la inversión pública de esa renta petrolera,  y para que esta incida lo más positivamente posible en su cotidianidad y la de su familia, tanto en su entorno más inmediato.
Se trata ciertamente de un proceso de aprendizaje. Pero bueno es remarcarlo: un proceso simultáneo,  el des-aprendizaje de valores  antidemocráticos y antipopulares (contrario a las mayorías),  y el re-aprendizaje social de conductas y prácticas que implicarían la adquisición de un alto nivel de consciencia sobre la necesidad de que el “bien común” prevalezca siempre por encima del “bien individual”, o mejor dicho, individualista-egoísta, categoría conductual intrínseca de las relaciones sociales dentro del capitalismo.
De haber seguido imperando a sus anchas en estos últimos  15 años esta lógica anti democrática del capital en su actual fase neoliberal y globalizada iniciada en 1989 en nuestro país, en cuanto a la distribución de la riqueza producida, no se hubiese alcanzado la reducción considerable de la pobreza crítica y extrema que hoy exhibe Venezuela, y por el contrario los estallidos sociales o “caracazos” serían parte nada pintoresca de nuestra cotidianidad.
La tendencia
Hoy, la tendencia que parece abrirse paso, no sin dificultad, en los espacios de participación democrática y protagónica abiertos por la revolución bolivariana, es la de la asamblea permanente de ciudadanas y ciudadanos, aunque necesario es decirlo, enfrentando aún desventajosamente  todas las fuerzas retrogradas y hasta burocráticas  que pugnan por la restauración del modelo cuarto republicano, incluidas las gatopardianas de “cambiar todo para que todo siga igual” bien ocultas dentro del propio Estado que se dice revolucionario.
Como es sabido, el aprendizaje se produce cuando quien o quienes reciben un estímulo positivo tanto para la producción y reproducción de su vida en su entorno social más inmediato o “comunidad de vida”, se sienten recompensados por las consecuencias positivas para su bienestar de esa nueva experiencia vivida, y opera en ellos el reforzamiento de lo aprendido
Por ello, no deja de ser menos dramático entonces  observar cómo por estos días se pretende que el solo llamado mediático “al pueblo” a accionar produzca los efectos deseados en cuanto a la movilización social organizada y permanente para avanzar más rápido y con la mayores eficiencia y eficacia posibles  en la institucionalización del nuevo modelo democrático anhelado por las grandes mayorías nacionales, sin que ello signifique que no deba hacerse.
Cabe preguntarse entonces: ¿Cuánto de ello es atribuible a que esa doctrina chavista a la que se refirió Padrino López en su discurso de este 5 de julio en Asamblea Nacional, no ha calado aún en lo más profundo de la conciencia entre  quienes, tal vez con la mejor buena fe y voluntad del  mundo como impulso inicial, bien en el barrio, el caserío rural, la fábrica, o la oficina pública, etc, accionan en procura de la construcción de la nueva democracia socialista bolivariana?
“Una guía para a acción”
De ser cierto que el chavismo es una doctrina política, es decir, “una guía para la acción” para los seguidores de esta, al igual que lo siguen siendo el marxismo, el leninismo, el guevarismo, etc, para otras y otros en otros países que luchan hoy por su liberación nacional, es de esperar que al igual que sucedió con estas últimas, la doctrina chavista comience a ser puesta en práctica en todos estos entornos mencionados más arriba.
Por ello, y en primer lugar, es necesario entender que el acto de militar en el chavismo es consciente y voluntario, que es algo así cómo estar dispuesto a dar la vida 8espíritu de sacrificio) si es necesario por la concreción día tras día de esta doctrina, y más aún: sin estar esperando privilegio de clase alguno a cambio, menos aún los de carácter burócrata.
Entender además que esa concreción requerirá de la acción colectiva, organizada científica (uso permanente del pensamiento crítico y emancipador) y planificada de los y las chavistas en el entorno social inmediato que comparten diariamente, y en el cual las demás personas comiencen a experimentar que los  cambios propuestos por estos “sujetos-responsables”, apuntan realmente al bienestar integral de todas y todos..
A caso no fue esto lo que  hizo Chávez durante su tránsito revolucionario por la vida, el cual gran parte transcurrió en el ejército, y que lo llevó a convertirse en el líder indiscutible tanto para sus compañeros de armas que le siguieron, como para su pueblo.
¿Cuánta de esta conducta suya estuvo influida por su lectura del libro “¿Qué hacer?”, de Lenin,  a la cual hizo referencia siempre? No se sabe. Lo cierto de todo es que esta es la única vía, y la conducta personal más correcta a ser asumida personalmente,  confirmadas permanentemente por la historia.
El accionar transformador, pues, de quienes se dicen seguidores de una doctrina, es una labor profesional, de profesionales revolucionarios, en este caso. Nada puede ser dejado al azar, o  a esa expresión de la fe religiosa como  el “rezo u oración”, y creer que gracias a este se producirán los cambios revolucionarios requeridos.
Sería algo así como cuando  alguien creía que orando o prendiéndole una vela a los santos, aprobaría un examen en la escuela,  y  venía otro y le daba el campanazo: “No estudies a ver si vas a pasar”.
En todo caso, de lo que se trata es de dejar claro que se puede ser creyente pero nunca pretender que sin la acción política bien diseñada  y planificada se lograrán los cambios, y en eso Chávez también dejó un importante legado.
Ahora que se aproxima el tercer congreso del Psuv, sería deseable que la gran mayoría de los militantes y dirigentes que serán electos como delegados escuchen este otro “campanazo” que alerta sobre la necesidad ante los desafíos planteados –el más delicado: la ausencia física de Chávez- definitivamente surja de una vez por toda un verdadero partido revolucionario, es decir: chavista.

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