martes, 1 de enero de 2019

¡¡¡INCREIBLEEEE!!! CONOCE LO QUE SALVO A INGLATERRA DE LA INVASIÓN DE HITLER Y AYUDA A SALVAR A VENEZUELA


    


 en conocimiento •  hace 10 meses
El Dr. James Dobson, acreditado y reconocido psicólogo cristiano, director del ministerio mundial, “Focus on The Family”, nos relata el siguiente pasaje histórico acerca de cómo se instituyó en EE.UU. y Gran Bretaña el Día Nacional de Oración.
¡La oración cambia las cosas!
El Señor se conmueve si nosotros nos conmovemos y no hay imposibilidades que Él en su misericordia pueda resolver. Su Palabra nos dice: “Humillaos bajo la mano poderosa del Señor y Él os exaltará”.
Día Nacional de Oración
Si comenzamos a “rodar” la idea del Día Nacional de Oración, sabemos que muchos se unirán y se podría concretar antes que muchos otros males nos sobrevengan. Leamos, pues, como se originó en palabras del Dr. Dobson:
Primero relatemos la perspectiva histórica:
Cuando Wiston Churchill se vio perdido porque Hitler iba a invadir a Inglaterra
dijo que lo único que les quedaba era orar, y se armaron en todo el país cadenas
de oración. Hitler iba en camino y nunca llegó; no se sabe que fue lo que lo detuvo
en el camino. Al parecer una niebla muy intensa lo cubrió, y se regresó
para nunca más volver. Despues de eso la Reina de Inglaterra dijo un
pensamiento que hasta hoy mantienen: “Le temo más a un ejercito de personas orando, que a un ejercito militar”.
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Europa 1940
En mayo de 1940, la situación política y militar en Europa era catastrófica. Siete años antes, Adolfo Hitler había asumido pleno control en Alemania e inmediatamente se dispuso a rearmar su belicosa nación.
Invasión de Polonia
El primero de septiembre de 1939 invadió a Polonia y vertió su furia sobre las naciones de Europa occidental. El “relámpago guerrero” de Hitler rugió casi sin oposición en Noruega, Dinamarca, Holanda, Luxemburgo y Bélgica. Humillando luego al poderío francés en casi 40 días.
Invasiones de Hitler
Alrededor de 500 mil hombres de las tropas británicas y francesas fueron atrapados en un enclave costero llamado Dunquerque, donde se enfrentaban a una inminente aniquilación
Es difícil comprender el pánico que amedrentaba a naciones pacíficas como lo era Gran Bretaña. El Primer Ministro Neville Chamberlain (quien dimitió en mayo de 1940, siendo reemplazado por Wiston Churchill) y otros líderes políticos se atemorizaban ante la idea de que este desquiciado alemán y sus secuaces no solo habían esclavizado y sometido la mayor parte de Europa en un año, sino que ellos serían el próximo blanco a la vista.
La pérdida de los ejércitos británicos y franceses en Dunquerque los dejó desnudos ante la esperada invasión nazi. El Secretario de Relaciones Exteriores, Lord Halifax, y otros líderes, comenzaron a contemplar la posibilidad de sobornar a Hitler o de llegar a un acuerdo.
El Presidente norteamericano F. Roosevelt llegó a temer la posibilidad de que los ingleses le cedieran en rendición la gran flota de la nación británica a cambio de algunas concesiones. Si los británicos se hubieran rendido sin resistencia, lo cual era plausible es esos tormentosos días, el reinado de terror nazi con toda posibilidad hubiera continuado por décadas.
Millones de más “indeseables” judíos, gitanos, polacos y otros veían la posibilidad de pasar por las cámaras de gases o fusilados y los cientos de años de historia británica hubieran bajado el telón con un fin poco glorioso.
Sin esperanzas.
Pero, ¿qué opinaba el común inglés en mayo de 1940? La mayoría no tenía una noción clara del peligro a la vuelta de la esquina. A continuación un resumen a groso modo de la toma de opinión informal llevada a cabo por ‘La Unión de Amas de Casa’: ‘Algunas de las amas de casa más jóvenes han llegado hasta el punto de más o menos darle la bienvenida a Hitler al país. Afirman que ya no podrían llegar a un estado peor, ya que por lo menos tendrían de regreso a sus esposos’. Un obrero comentaba: ‘Estoy al tanto de que si la moral sigue en declive vertiginosamente como está en este momento, no habrá mucha resistencia que le pongamos a Hitler cuando se atreva a tocar nuestra tierra’.
Muchas mujeres, en particular, admiraban a Hitler. Para algunas, el Fuhrer se había convertido ‘en algo como la figura astrológica mística secreta’. ¡¿Cómo pudieron ser tan ingenuos?!!!!! El mayor carnicero de todos los tiempos era bienvenido por amas de casas y madres a cuyos hijos y esposos se les requeriría arriesgar sus vidas para detenerlo.
Wiston Churchill se paraba firme durante este tiempo de angustias, aunque privadamente estaba conmovido por las circunstancias de Bretaña. A mencionar, aún su legendario apetito por las comidas y bebidas había desaparecido. En crónicas se narra la oportunidad en que Churchill le menciona al Primer Ministro francés, Paul Reynaud, que Inglaterra seguiría sola si era necesario: ‘Preferiríamos caer luchando que ser esclavos de los germanos”, afirmó.
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Bueno, esa es a especie de introducción la posición en que se encontraban Inglaterra y Francia el 24 de mayo de 1940. Fue en ese momento de desespero en que las iglesias en Gran Bretaña convocaron un día nacional de oración.
Se sugirió primeramente en abril, pero el Arzobispo de Canterbury se opuso, afirmando que “no quería que el llamado a oración fuera malinterpretado …”, si es que eso tiene sentido alguno.
Pero debido al alarmante deterioro de la situación militar en Francia, él y muchos otros decidieron que, de hecho, era el momento oportuno para orar. El 23 de mayo, numerosos líderes políticos, editores de periódicos y el Rey Jorge VI, hicieron un llamado para el día nacional de oración a efectuarse aquel domingo 26 de mayo.
Nadie se hubiera anticipado a lo que iba a ocurrir durante esos inolvidables tres días. Justo a las 24 horas después del llamado a oración, Adolfo Hitler inexplicablemente dio órdenes a su ejército de detenerse, aún para sorpresa de sus propios generales.
Dos días más tarde, la nación se unió en oración el 26 de mayo. Las naves de las iglesias se coparon, incluso una gran concentración de personas en la Catedral de Westminster, en donde el pueblo inglés le suplicaba al Altísimo de guardar a sus esposos, sus hijos y sus padres en Dunquerque
El ex Primer Ministro Neville Chamberlain escribió en su diario: ‘26 de mayo, el día más oscuro de todos... Este es el Día Nacional de Oración’. En realidad terminó siendo uno de los días más culminantes de la guerra.
El ejército de Hitler permaneció inmóvil no solamente el 24, el 25 y el 26 de mayo, pero increíblemente hasta comienzos de junio. Hasta el día de hoy, nadie sabe a ciencia cierta por qué. El Fuhrer tenía la victoria en la palma de su mano, y aun así impidió que sus tropas de combate terminaran su trabajo.
Algunos han especulado que Hitler no quería arriesgar pérdidas innecesarias en una batalla final. Pero según el propio Hitler, dijo que quería darle a Churchill una ‘buena oportunidad de éxito’. Si, claro, el sangriento dictador nunca le había dado a nadie una ‘buena oportunidad de éxito’.
Existe una explicación más valedera. Su ejército fue detenido por la misma mano de Dios que cerró la boca de los leones durante la noche de tormento de Daniel. De la manera en que el Señor escuchó las oraciones de los israelitas hace ya un tiempo, creo que la escuchó cuando cientos de miles de creyentes en el Reino Unido oraron por una intervención divina
Por nueve días críticos, los alemanes se conformaron con bombardear Dunquerque desde el aire y a distancia. Mientras tanto, botecitos y yates que partieron de Inglaterra en viajes de rescate, pudieron traer de nuevo a casa 336.000 soldados y llevarlos a salvo hasta su madre patria.
Los ingleses se llenaron de asombro y de júbilo. El General Ironside escribió: ‘Aún sigo sin entender cómo fue que los alemanes permitieron que sacáramos nuestras tropas de esta manera. Es algo casi fantástico que pudiéramos hacerlo a la faz de todo el bombardeo y disparos’. Alexander Cadogen, Sub-Secretario Permanente de la Oficina de Relaciones Exteriores, tituló a la evacuación como ‘maravillosa’ y de ‘un milagro’.
El autor de ”Cinco Días en Londres”, John Lukacs, escribió lo siguiente: ‘Churchill tuvo éxito debido a su resolución y, permítanme añadir, a la voluntad de Dios, a la cual como cualquier ser humano, Churchill fue mero instrumento. Por seguro que no era un santo, ni religioso, y por supuesto lleno de faltas. Aún así sucedió’.
Gracias a Dios que fueron protegidos de la tiranía Nazi. El Señor escuchó el clamor de su pueblo, no solamente en Gran Bretaña, sino en otras partes del mundo
Este histórico y conmovedor relato nos anima a llamar a un Día Nacional de Oración por Venezuela, pidiéndole a nuestro Señor que mueva su mano y nos ayude a unirnos para clamar por la salida a los problemas sociales y políticos que acucian a nuestro país.
Si no se pudiese conseguir un consenso al pasar este relato para animar nuestra fe y clamar al Señor, ora personalmente por el bien de nuestro país no solamente ese día, pero todos los días.
Si no puedes cumplir con un día, dedica una hora de tu ocupado tiempo para orar en tu escuela, en tu oficina, en tu lugar de trabajo, en tu casa. La oración no es lo mínimo que podamos hacer, es lo máximo.
Distribuye este mensaje y anima a otros a hacerlo y juntos podemos ser partícipes de la mayor fuerza que existe, la mano que mueve el universo.
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