A GOLPE DE CONTROL 212
A GOLPE DE CONTROL POR CARLOS COVA @CARLOSCOBERO
Salvo una serie de anotaciones firmadas por José Ignacio Cabrujas, son escasas las aproximaciones teóricas a la telenovela en nuestro país. Su origen plebeyo y su naturaleza frívola disuadieron desde el principio a los escritores “serios” tanto de abordarla creativamente como de interpretar sus claves epistemológicas. Solo un grupo contado de ungidos gurús (el propio Cabrujas, Rondón, Montañés…) pareció reservarse esa facultad a lo largo del tiempo. Como un saber ancestral, sus misterios debieron transmitirse en tácitos rituales. A cuenta de ello el género evolucionó poco y mal. Hoy, de pronto, los venezolanos descubrimos una categoría de telenovela sorprendente, surgida de otras latitudes, y es natural que ahora nos mostremos desleales a la producción nativa. Una de esas sorpresas surge de la pantalla de E! He allí un canal que por su parte también ha evolucionado. No en lo esencial, por cierto, atenido al seguimiento de eso que dan en llamar lo trendy (lo que es o está de moda).
Made in Chelsea es un híbrido entre telenovela y reality show cuyo efecto tiene cautivado al ámbito británico. Siempre celosos de sus cosas, los ingleses llevan seis años “encapillados” mirando un experimento que ha salido bien a la primera. En su décima segunda temporada (dos por año) salta a la franja matutina de E! en emisiones diarias desde su primer capítulo. Su propuesta asocia actores semiprofesionales, múltiples cámaras, locaciones naturales y mucha, mucha producción. A nivel técnico, introduce el estilo de la telerrealidad en encuadres y emplazamientos de cámara, pobres por elementales. El caso es que este formato se ha llevado en los cachos la artificiosidad del llamado “culebrón” latino, falsamente mercadeado por su espontaneidad. Una de las grandes manipulaciones del género dramático consistió en presentar sus escenas como si de la realidad se tratara. Más acá de Made in Chelsea, sin embargo, quedan aún un par de escalones para cumplir con aquella oferta germinal: retratar un drama intenso “como la vida misma”.