Los memorables 27 y 28 de febrero de 1989
Elizabeth Matherano
Nuevamente este mes de febrero victorioso y rebelde nos lleva a los reflexivos comentarios sobre nuestra histórica gesta independentista que aún transitamos. La lucha sigue y el pueblo rodilla en tierra en defensa de la Patria legada por el Gigante de América, Comandante Supremo Hugo Chávez.
Pero veamos estos 27 y 28 de febrero, no en lo que fueron aquellos aciagos días caraqueños, con onda expansiva a todo el territorio nacional, ya suficientemente reseñados a conveniencia en impresos, gráficas y sonidos por los medios de aquel entonces: Venevisión, RCTV, Globovisión, las distintas cableras y agencias internacionales de noticias (CNN…), y aún en estos tiempos de revolución.
Veámoslo como la concepción muy dolorosa, ciertamente, pero necesaria e impostergable, de la criatura que nacería luego de atípicos meses de gestación prolongados hasta el 2 de febrero de 1999, fecha en que expresó Hugo Chávez, Presidente Constitucional de la República de Venezuela, con la emotividad que sólo él pudo proyectar: “¡llegó la hora del pueblo de Venezuela! (A)… llegó la hora de la resurrección de la Patria de Simón Bolívar.” Allí el parto ya no tan doloroso cuando nació la democracia participativa y protagónica con la República Bolivariana de Venezuela.
Por supuesto que es necesario acotar algunos antecedentes de aquellos turbulentos momentos sociopolíticos y el resquebrajamiento de las entonces Fuerzas Armadas Nacionales, contrarios al modelo social de gobernabilidad que actualmente se expresa en la Revolución Bolivariana.
27 de febrero de 1989: un acto de pasión y rabia, amor y coraje -paradojas justificadas- cuando se encendió la llama del descontento popular que llevó a miles de venezolanos a salir a las calles de Miranda, Caracas y otras ciudades del país para protestar el implemento de aquel perverso paquete neoliberal; estallido inédito para esos tiempos, por su carácter espontáneo; las acciones no fueron dirigidas por organizaciones partidistas ni de otra índole, sólo el “bravo pueblo” bravo, defendiendo los principios de independencia y soberanía: “no a la entrega del país al Fondo Monetario Internacional”, verbi gracia EEUU, a costa de los derechos de los débiles y en favor de la clase privilegiada que siempre fueron los menos.
En razón del carácter simultáneo, masivo, sorpresivo de los hechos, las fuerzas policiales se vieron superadas por los mismos, sin saber cómo actuar ante un fenómeno de lucha social de esa magnitud. Así las cosas, hacia el mediodía del día 28 el presidente Pérez, reunido con el Consejo de Ministros, ordenó a la Guardia Nacional y al Ejército reprimir los “disturbios”.
La Crónica: se inició la acción combinada de la policía y el Ejército contra el enemigo: El Pueblo. Todos los muertos, civiles. Más de cuatro millones de balas disparadas. El objetivo no era controlar la situación sino aterrorizar de tal modo a los “vencidos” para que no les quedaran ganas de intentarlo de nuevo. Una de las más sangrientas represiones policiales–militares jamás registradas en la historia contemporánea venezolana. Se decretó el estado de emergencia; suspendidas algunas garantías constitucionales. Los derechos a la libertad y seguridad personal, a la inviolabilidad del hogar doméstico, a transitar libremente por el territorio nacional, a la libertad de expresión, a reunirse en público y a manifestar pacíficamente estuvieron suspendidos en esos días. ¡Toque de queda!
Y era tan evidente la lucha de clases que el propio CAP declaró que el estallido social se debió a una “guerra de los pobres contra los ricos”; lucha de clases, cuando en realidad la protesta se produjo porque el pueblo estaba pasando hambre: familias venezolanas se alimentaban con “perrarina” y a los más pequeños les hacían teteros con agua de espaguetis. “¡Prohibido olvidar..!
Para entonces Hugo Chávez, visualizaba la crisis de identidad profesional que testimoniaban jóvenes militares venezolanos; revive el sueño de un grupo de militares con ideario Bolivariano, nacionalista y profundamente consustanciado con su pueblo: el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR-200), organización militar rebelde nacida contra lo injusto, la corrupción y el entreguismo de los intereses nacionales al capital extranjero. (Tema para otra entrega)
Sin duda alguna, El Caracazo, en palabras de nuestro Gigante Hugo Chávez, “fue la chispa que encendió el motor de la Revolución Bolivariana”.
La derecha venezolana y los actores internacionales que juegan a la quiebra de nuestro proceso, permanentemente deforman la verdadera génesis del 27 de febrero de 1989, mostrándolo como un día de violentos saqueos generados por los más pobres del país. Pero el pueblo sabe que no fue un día de saqueos, fue un día de Rebelión Popular como lo bautizó nuestro Comandante Hugo Chávez.
Venezuela ha tallado en su conciencia la ruta señalada por el Libertador Simón Bolívar y Hugo Chávez, rumbo que no cambiaremos a pesar de los violentos ataques que no deja de impulsar la derecha fascista y apátrida en contra de este proceso revolucionario que apunta a la consolidación de la Revolución Bolivariana; que apuesta por la paz y por la vida, tal como lo hemos mostrado al mundo en este nuevo Febrero Rebelde y Victorioso que nos ha tocado librar. Aunado a esto, los venezolanos sabemos que tenemos un Presidente, Nicolás Maduro, que no permitirá que la burguesía dispare sus odios en contra del pueblo ni que el imperio se apodere de nuestra mayor riqueza alcanzada: la independencia.
El mundo entero sabe lo que implica la Revolución Bolivariana de Venezuela. Pero sobre todo el imperio norteamericano sabe que los venezolanos hemos madurado y afianzado nuestra conciencia de nación libre y soberana y que defenderemos este legado con las armas de la paz, el amor y la integración, pero sin levantar las rodillas y sin bajar la guardia, porque también sabemos que la lucha por resguardar y mantener nuestra libertad e independencia, sigue.
Viva El Pueblo Rebelde!!! Viva la Revolución Bolivariana!!! Viva Chávez!!!.
No hay comentarios:
Publicar un comentario