Estamos contentos por la forma alegre en que salió a manifestarse el chavismo silencioso, esa pinga de entidad gigantesca que no anda exhibiéndose ni pegando gritos en los autobuses como antes, por razones de seguridad. Es el tiempo de actuar con cautela. Ya tenemos una idea de nuestro tamaño numérico y eso es algo importante.
Es bueno que, después de la celebración por la limpia jornada que da inicio formal al proceso constituyente, entendamos lo que viene: el amo de los fachos ya dijo desde el norte que tomará medidas económicas rápidas contra Venezuela, y eso parece que va más allá de la simple confiscación de cuentas y bienes reales o ficticios a funcionarios venezolanos (ojalá fuera así: yo hasta aplaudo que les quiten los bienes a los coñastres que tenían una gran caleta en dólares por allá en el norte, quién los manda). El problema pueden ser los muchos tipos de bloqueo que nos pueden zampar por el pecho ahora, y que van a afectar más todavía a nuestra gente pobre, al pueblo más humilde. Alertas con esos anuncios, porque vienen.
De nuestro lado ya sabemos también qué ocurrirá, al menos en el ámbito Constituyente: la confección de un texto constitucional al que habrá que meterle ojo, diente y cuchillo, para que no se imponga algún duende comemierda que quiera infiltrar ideas neoliberales, retrógradas o medievales en un documento que debería ser de avanzada, espiritualmente joven y futurista, liberador de las fuerzas que han de construir el socialismo. La vigilancia y la contraloría deben ser extremas en ese plano de la Revolución; nos descuidamos y algún monigote puede terminar implantando a la Virgen María como dueña de los Consejos Comunales. Estoy hablando en serio, ese duende existe. No porque un tipo haya sido electo constituyentista debemos dejarlo manosear como le dé la gana y de acuerdo con su formación jesuita la carta fundamental de la Venezuela revolucionaria.
Debemos hacer saltar hacia adelante a la historia
En el plano más callejero de este mismo tiempo histórico que estamos inaugurando, nosotros como pueblo tenemos unas tareas, y tal parece que tendremos que pulirlas y ponerlas a funcionar desde esta semana. Me refiero a quienes no nos hemos activado por ese flanco de la acción directa, todavía. Por ejemplo, deberíamos estar haciendo algo para organizarnos en esta dirección: en las coñazas que sean inevitables la peor parte la deben llevar ellos, no nosotros. ¿Nos van a llamar violentos por defendernos? Ay sí, gran verga. Peor es que nos sigan llamando violentos mientras nos muelen a nosotros. El deber de un soldado no es morir por la patria sino hacer que el enemigo muera por la de ellos y ya ustedes se saben el resto de ese blablablá.
El deber del Gobierno es tratar de evitar que estalle una guerra; el nuestro es sobrevivir a lo que venga y defender a nuestra gente más vulnerable. El eslogan "La constituyente garantizará la paz" suena bello, hermoso y hasta con ribetes poéticos, pero es importante ir sabiendo que en estos días puede ocurrir exactamente lo contrario: estamos siendo desafiantes y atrevidos y eso nos lo van a querer cobrar. Darle un vuelco a la historia, y sobre todo ponerla a saltar hacia adelante, es algo que casi nunca sale gratis. A este pueblo lo han castigado por su altivez y su gallardía, y no hay nada que indique que ahora nos van a tratar mejor.
Entonces, mirada en la perra calle, mirada en el plano asambleario de la Constituyente, mirada en el retrovisor de la historia y mirada al futuro: imposible darle mejor contenido a la expresión de alerta que acuñamos en el lenguaje venezolano: "mosca" es que debemos andar. Es buena la soñadera pero viene un tiempo de piedra, concreto y más de un candelorio.
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