viernes, 22 de marzo de 2019

El agua: un derecho vital y urgente en el planeta


Andrea Salas
Agencias
La brecha en torno a este recurso insustituible, tan necesario como el alimento de cada día, no se aminora, bien sea por la carencia de almacenamiento o por las severas deficiencias en los sistemas de distribución con los que cada nación cuenta.  
Por vigésimo sexto año, este 22 de marzo se celebra el Día Mundial del Agua. La fecha representa una bandera para voltear todas las miradas sobre un  tema neurálgico para la vida del planeta y su evolución. 
Bajo el lema Agua para todos los ciudadanos, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en esta ocasión, pretende promover la oportunidad de todos de disponer de este tesoro natural, pues se trata de “un derecho humano para cualquier persona, sea quien sea y esté donde esté”. 
“El acceso al agua es un derecho vital (...) Sin embargo, miles de millones de personas siguen estando privadas”, lamentó la directora general de la Unesco, Audrey Azoulay, a través de un comunicado reciente.  
Anualmente, esta situación cobra 780 mil vidas, como consecuencia de la disentería y el cólera, “más que las víctimas de conflictos, sismos y epidemias”, advirtieron desde las Naciones Unidas. 
Frente a este escenario, la disposición universal y asequible al agua limpia para 2030, una meta planteada por el Programa de la ONU para el Desarrollo (Pnud), es probable que no se logre: discriminación, exclusión, marginación, asimetrías de poder y desigualdades materiales constituyen las trabas del proceso. 
Infortunadamente, casi la mitad de la población que bebe de fuentes no protegidas reside en África subsahariana, donde las niñas son las principales responsables de la recolección, una actividad que le roba tiempo a su educación escolar. 
Pero el territorio árabe es el más afectado del mundo por la escasez. A la extensa lista se suman Asia y el Pacífico, donde el cambio climático aumenta las fallas. En 2016, 29 de los 48 países de esa región fueron calificados de inseguros desde el punto de vista hídrico. 
Según el informe No dejar a nadie atrás, de la ONU-Agua y la Unesco, América del Norte y Europa también se ven perjudicados; los problemas se reproducen, especialmente, en las áreas rurales, por ejemplo, en Europa del Este y el Cáucaso. 
De hecho, se estima que naciones de ese continente, Asia y África presenten, para 2040, un repunte en los niveles de estrés hídrico, en comparación con el 2015. Así lo dio a conocer la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés). 
Para entonces, la mayor parte del mundo no manifestará cambios significativos, mientras que en puntos como Estados Unidos se registrará un deterioro importante.
América Latina y el Caribe no escapan de esta realidad que se torna cada vez más dura. En 2015, el 65% de las personas tenía acceso a “servicios de agua gestionados de forma segura, pero solo el 22% a saneamiento adecuado”. 
En Venezuela, las graves irregularidades de distribución han ‘golpeado’ a los ciudadanos, con  ahínco en la última década. En las zonas urbanas, una buena porción de las viviendas no goza del servicio por tuberías desde hace meses y hasta años. 
Por esto, surtirse de camiones cisternas –una opción imposible de pagar para muchos– y carretear agua de cualquier ‘toma’ improvisada (tanques descubiertos, pozos e, inclusive, mangueras al borde de cañadas) se han convertido en ‘viacrucis’ diarios que, a su vez, implican amenazas sanitarias. 
“Existen depósitos profundos en Maracaibo que se contaminan con más rapidez porque se trata de un agua salobre. Surtirse de ahí implica arriesgarse a sufrir padecimientos gastrointestinales (...) Podría tener bacilos coliformes: las bacterias que vienen con las heces”, alertó el pediatra intensivista Emilio García, en entrevista con este rotativo. 
Malestares médicos  delicados causados por la Escherichia coli, salmonella y shigella pueden atravesar quienes ingieran de fuentes no aptas. La amibiasis y la yardiasis también se incluyen en el listado. Además, la propagación de la hepatitis A en la nación se añaden a las secuelas más comunes, refirió el infectólogo Florenzo Cudde. 
Ante la preocupante realidad epidemiológica, la Sociedad Venezolana de Infectología (SVI) insta a la colectividad a potabilizar el agua destinada a la ingesta y a la preparación de alimentos. 
Como primer paso, la organización Cáritas de Venezuela recomienda eliminar los residuos empleando un colador de tela o un trozo de tela de algodón limpia. Para quienes no dispongan de este material, es posible “dejar asentar el agua en el fondo del recipiente y, luego, pasarla a otro”. 
“Hervir el agua es el mecanismo más efectivo para eliminar patógenos”, apuntó la SVI. Otra alternativa es la cloración, que consiste en añadir cuatro gotas de cloro por cada litro de líquido. Igualmente, las pastillas de hipoclorito de sodio fungen como bactericidas. 
Un proceso artesanal poco conocido es el método Sodis, que consiste en la desinfección del agua (no más de dos litros por recipiente) exponiéndola a seis horas de luz solar. “Se deben colocar las botellas horizontalmente o ligeramente inclinadas sobre un zinc o fondo que refleje los rayos del sol”, informó Cáritas de Venezuela. 

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