AFP
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China denunció este domingo como una "seria provocación" la presencia de un buque de guerra estadounidense en las inmediaciones de una isla ocupada por Pekín en el mar de China Meridional, en una nueva escalada de tensión entre las dos superpotencias.
Pekín respondió despachando naves militares y aviones de combate como medida de advertencia contra el buque norteamericano, indicó el portavoz de la cancillería china Lu Kang, en una declaración difundida el domingo por la agencia estatal Xinhua.
"China urge enérgicamente a la parte norteamericana poner fin inmediatamente a ese tipo de provocación que viola la soberanía de China y amenaza su seguridad", indicó el vocero de la cancillería china, agregando que Pekín seguirá adoptando todas las medidas necesarias para defender la soberanía y la seguridad nacionales, según Xinhua.
El destructor lanzamisiles "USS Stethem" pasó a menos de 12 millas náuticas (22 km) de la isla Triton en el archipiélago de las islas Paracel, territorio que también es reivindicado por Taiwán y Vietnam, según indicó en Washington un funcionario norteamericano.
La operación que provocó la cólera de Pekín, es la segunda de este tipo efectuada en el mar de China Meridional desde la llegada al poder del gobierno de Donald Trump.
La primera tuvo lugar el 25 de mayo en el archipiélago Spratly, más al sur.
Estas maniobras buscan dejar en claro la libertad de navegación y están destinadas a impugnar la soberanía de China o de cualquier otro país sobre estas aguas e islas, a la espera de una solución diplomática que dirima el tema.
Pekín reivindica la casi totalidad del mar de China Meridional, comprendiendo zonas muy cercanas a las costas de numerosos países del sureste asiático, y ocupa el archipiélago Paracel y varios islotes del archipiélago Spratly, que fueron ampliados artificialmente para albergar potenciales bases militares.
Se trata de una zona estratégica que albergaría importantes reservas de gas y petroleo.
Islas artificiales
Allí China ha llevado a cabo en los últimos años operaciones de construcción de islas artificiales, y planeado bases militares potenciales en minúsculos arrecifes.
Washington no acepta estas anexiones de islotes, práctica que también usan otros países de la región, y aboga por una solución diplomática a estos diferendos.
La Corte permanente de arbitraje de La Haya consideró el año pasado, a petición de Filipinas, ilegales las reivindicaciones de Pekín sobre buena parte del mar de China Meridional, un dictamen rechazado por Pekín.
Sin embargo el nuevo presidente filipino Rodrigo Duterte ha optado desde entonces por aproximarse a Pekín.
China y otros diez países miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) acordaron a mediados de mayo un "código de conducta" para prevenir incidentes marítimos.
Washington debe contar además con Pekín para hacer presión sobre Corea del Norte, con el objetivo de que este país renuncie a su programa nuclear.
Pero Trump también ha bajado el tono en sus criticas contra la competencia económica china. Durante su campaña electoral había acusado a Pekín de "robar" millones de empleos en Estados Unidos.
Ahora ambos países anunciaron incluso, a mediados de mayo, un acuerdo comercial sobre la exportación de carne y de gas estadounidense hacia China.
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