domingo, 30 de junio de 2013

REPORTAJE// LA HAZAÑA de detectar H1N1

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Mawampi Bonillo
sábado 29 de junio de 2013 03:32 PM
Mawampi Bonillo / El Vigía / panored@panodi.com
panorama.
Un grupo de médicos, bioanalistas, enfermeros y camareros que dedica su día a día a detectar virus, bacterias y decenas de enfermedades en el occidente del país, conforma el equipo que enaltece al único laboratorio en el interior de Venezuela autorizado para diagnosticar el AH1N1. “No fue fácil, pero lo logramos”, recuerdan luego de la ardua travesía.

Mawampi Bonillo / El Vigía
Son las 5:00 de la mañana en Mérida y Maribel Jaimes, una enfermera de 38 años, con dos postgrados en salud pública, arregla todo para dejar en el colegio a su pequeño José Ángel, de siete añitos, y luego irse a organizar a los pacientes que aguardan a las puertas del Laboratorio de Microbiología y Salud Pública “Maritza de Muñoz”, de la Universidad de Los Andes, al otro extremo de la ciudad; el segundo lugar en todo el país, después de Caracas, donde se analizan pruebas sospechosas del virus de la influenza H1N1. Maribel es la encargada de tomar las muestras.
Tapaboca tipo ‘N-95’, para mayor protección de boca y nariz; lentes especiales, “porque el virus puede entrar también por los ojos”; y una máscara completa que abarca toda la cabeza, acompañan a la bata y dobles guantes quirúrgicos desechables, (“uno para tratar al medio, otro para tratar la muestra”); en una meticulosa indumentaria que termina con un par de botas y un gorro, también desechables. Su rostro apenas se divisa entre tanto azul y blanco del traje protector.
Es que en un día, cuando se presentan brotes del virus, Maribel ha llegado a tomar hasta 72 muestras, en un horario que puede extenderse desde las 7:00 de la mañana, cuando todo el personal ingresa, hasta las 5:30 de la tarde, aun cuando su jornada laboral, normalmente, culmina a la 1:00 pm.
No se trata solo de un laboratorio, es un equipo multidisciplinario con capacidad clínica asistencial, diagnóstica y docente. De alto impacto a nivel estadal y regional en el área de la vigilancia, respuesta a brotes y atención continua, en cuyos proyectos participan la ULA, el Ministerio del Poder Popular para la Salud, el Instituto Nacional de Higiene (INH) y Epidemiología. Ello aunado a las actividades de docencia, investigación y extensión que se desarrollan en su interior.
Oficialmente conocido como “Laboratorio de Microbiología y Salud Pública del estado Mérida”, esta institución está documentada como ‘tipo I’ del INH, por el recurso humano que lo conforma, así como por sus equipos y áreas de investigación; e igualmente está certificado internacionalmente ante la red mundial de laboratorios. Pero aunque existe desde 1981, no es sino hasta la llegada del virus de la influenza H1N1 a Venezuela, entre el 2009 y el 2011, cuando su nombre comienza a ser repetido entre la opinión pública nacional.
Claro que, lograr que el Estado venezolano les otorgara el permiso para realizar diagnósticos del H1N1 no fue tarea fácil, fue un período en el que, incluso, se llegó a trabajar casi en la clandestinidad.
La jefa del laboratorio, Silvana Vielma, relata que para la época “ya teníamos un proyecto de (virus) respiratorios, inclusive con el Centro de Control de Enfermedades de los Estado Unidos teníamos los reactivos para hacer ese tipo de diagnóstico. Cuando llega el brote de AH1N1 a Venezuela (en 2009) nosotros ya teníamos todo (lo necesario para tomar las muestras y hacer los diagnósticos).
Nos pusimos a la orden del INH, al igual que el laboratorio del estado Aragua, porque el proyecto era conjunto con ellos, y nos prohibieron a los dos hacer el diagnóstico de influenza H1N1.
Nos tocó un camino oscuro donde nos teníamos que hacer diagnóstico a escondidas, de noche. Esperábamos la autorización de la directora de Corposalud (Corporación de Salud del estado Mérida) para hacer la corrida de ciertos pacientes: los más graves y críticos. La aplicación, la técnica, la hacíamos a puertas cerradas y eso le permitía a epidemiología hacer sus bloqueos y sus actividades”.
Los epidemiólogos les notificaban a los médicos del laboratorio aquellos “casos muy sospechosos” para obtener los resultados sin pérdida de tiempo y así realizar los bloqueos epidemiológicos necesarios. Si las muestras viajaban a Caracas, al laboratorio del INH, los diagnósticos podían tardar en llegar entre una semana y 10 días.
“Entonces ellos nos notificaban: ‘tenemos un paciente crítico, ¿por favor nos pueden hacer el diagnóstico? Y así se fue haciendo todo 2009… Todo 2010. Con el brote de 2011 también, hasta que vino la ministra de salud para ese entonces, Eugenia Sader, y se le explicó que en este laboratorio tenemos la capacidad. Ella misma inspeccionó todas las áreas y se dio cuenta de todo lo que hacíamos y nos dio luz blanca para detectar los casos. Y nos fuimos con el diagnóstico públicamente desde ese entonces”, resalta Vielma.
Actualmente, con la nueva epidemia que brotó desde finales de abril pasado, el laboratorio ha afrontado nuevas vicisitudes tras agotar su stock de reactivos para el procesamiento de las muestras. “Hicimos diagnósticos en abril, mayo, y hasta el 4 de junio tuvimos reactivos. Este laboratorio siempre ha manejado reactivos donados por el Centro de Control de Enfermedades de Atlanta, en esa área de influenza no hemos recibido apoyo nacional, solamente la autorización de hacerlo, que como se entenderá fue un paso importante para la situación en que veníamos.
Ellos (el Centro de Control de Enfermedades de Atlanta) tienen un programa mundial, que son laboratorios para el diagnóstico de influenza. A nosotros nos hicieron nuestro control de calidad en el 2009 y ya éramos parte de esa red de laboratorios en el planeta.
La donación vino en el 2011 y a finales de ese año recibimos otra, que fue tan grande que alcanzó hasta para este brote (en 2013). Ya habíamos procesado 849 muestras hasta el 3 de junio, de los cuales 465 habían resultado positivos, un 62% de positividad (…). Para el momento que dejamos de hacer diagnósticos (el virus) estaba en todos los distritos (sanitarios), solo hay uno no tenía (casos con AH1N1). Y para ese momento lamentablemente ya teníamos 16 muertos.
En las últimas dos semanas que no hemos tenido reactivos, se han enviado al INH 200 muestras, hemos recibido respuesta de 50, de los cuales, igualmente, el 62% siguen siendo positivo (…) un porcentaje de positividad alto (…) Por el volumen de pacientes que están acudiendo a las consultas, pareciera que estuviera disminuyendo (la epidemia), no sabemos si la población, al saber que aquí ya no se hace diagnóstico, dejó de venir, pero siguen llegando pacientes”.
la especialista en inmunología y microbiología. explica que “el volumen ya no se sabe porque ahora ya no se toma muestra. Se han enviado 200 pruebas, pero hay 100 muestras (más) aquí, represadas, que no cumplen con los estándares mínimos que ellos (el INH) pide: solo se pueden enviar los casos graves, menores de dos años de edad, pacientes hospitalizados, aquellos de instituciones cerradas como escuelas y personal militar, policía, médico… No dejan enviar más nada. El resto de los pacientes, lamentablemente se han quedado sin diagnóstico”.
Desde el viernes 21 de junio una nueva donación de reactivos para diagnosticar la influenza H1N1 ha llegado a Caracas desde el Centro de Enfermedades de Atlanta, pero aun no es recibida en el Laboratorio de Microbiología y Salud Pública del estado Mérida.
“Aquí (a Venezuela) llegaron desde el viernes pasado (21 de junio) y los agentes del Seniat nos han puesto todos los peros del mundo y si no nos apuramos se van a dañar porque hay que mantenerlos en refrigeración. La compañía World Courier, que tanto en el 2009 como en el 2011 se encargó de traer todo (los donativos desde EE UU) y cuando llegaba aquí lo nacionalizaba y nos lo enviaba a la ciudad, (…) dice que hay restricciones ahora. Nos quieren pedir permiso sanitario y de importación (…) pero nosotros no estamos importando nada, es una donación para que podamos seguir haciendo diagnóstico (…). Los reactivos están atrapados en Maiquetía, en una oficina”, expone Vielma.
Se trata de un “volumen importante” de “secuencias de ácidos nucléicos específicas del virus H1N1 pandémico, que es lo que está circulando”. El único ingrediente faltante para sumarse a las soluciones de amplificación que ya fueron adquiridas por Corposalud y el INH. Con todos estos elementos el laboratorio merideño tendría la capacidad de procesar cerca de dos mil muestras de pacientes sospechosos con el virus de la influenza.
Entre tanto, cada tarde Maribel rocía sobre su ropa un aerosol con preparado de etanol, retira cuidadosamente las prendas desechables y regresa a su casa para ver José Ángel, un niño que ya sabe bien que, al ver llegar a mami debe esperar a que ella se duche.
“Después si me agarra, me besa… Y yo me pongo el traje de mamá, hago las actividades con mi hijo, lo llevo a kárate, una mamá como cualquier otra”, complementa con orgullo la enfermera.

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