domingo, 26 de noviembre de 2017

Mujeres cristianas por la paz y la vida

Ramón Castillo

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La participación de la mujer en la construcción de la nueva sociedad que alimenta la Revolución Bolivariana florece con el llamado del presidente Chávez, convencido de que un gran esfuerzo social en este sentido contribuiría a consolidar los objetivos planteados en el actual proceso de cambio. Por su parte, el presidente Nicolás Maduro ha retomado esta bandera llamando a fortalecer la Unión Nacional de Mujeres (Unamujer) para dar apoyo, primordialmente, a tres grandes misiones: Vivienda Venezuela (Gmvv), Barrio Nuevo, Barrio Tricolor (Gmbnbt), y Hogares de la Patria.
Unamujer nació como una propuesta de integración durante el Congreso Nacional de la Mujer Venezolana, y se define como una alianza de diversas organizaciones de mujeres que se unen en la lucha por la construcción de una Patria-Matria segura, justa e igualitaria, amante de la paz con justicia social, que busca articularse a todos los poderes públicos del país para garantizar una política unitaria que profundice la inclusión y protección de la mujer. Todo esto, con el apoyo del Ministerio del Poder Popular para la Igualdad de Género, que preside la ministra Blanca Eekhaut.
Por su parte, las iglesias cristianas, particularmente el movimiento evangélico, se han preocupado por fomentar la organización femenil, aunque casi siempre dentro del interés religioso propio de ese sector social. Este énfasis parte del mensaje bíblico y de la praxis de Jesús de Nazaret, quien realzó la importancia de la mujer en la construcción del Reino de Dios, a contrapelo del marco cultural patriarcal dominante en el contexto histórico que le tocó vivir, que relegaba a la mujer a poco menos que a la condición de esclava. Una iniciativa de incorporación de la mujer cristiana que parta del Ministerio del Poder Popular para la Igualdad de Género podría reorientar estas experiencias y contribuir a la construcción de un gran movimiento de mujeres fundamentadas en la fe, que tribute al fortalecimiento de la Unión Nacional de Mujeres. Esto implicaría, para las organizaciones de mujeres cristianas, sobrepasar el ámbito meramente religioso-eclesial, y comenzar a verse como formando parte de un gran proceso social de emancipación, compartiendo visiones y acciones con otros movimientos de mujeres a nivel nacional e internacional.

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