lunes, 30 de octubre de 2017

Hasta 18 horas de espera sufren pasajeros en aeropuertos


Keila Vílchez Boscán
Panorama
Tomar un vuelo hacia Maracaibo desde el aeropuerto internacional Simón Bolívar, en Maiquetía, es una proeza. Una “cruzada” se emprende desde el instante que se pone un pie dentro del terminal aéreo. Si tiene boleto en mano tiene solo un punto a su favor, porque esto no exime al viajero de vivir la contienda de lograr subirse al avión.
Son las 11:00 de la mañana del jueves, y Mercedes Fuenmayor, del sector Bella Vista, de Maracaibo, llegó a Maiquetía con la reservación de su boleto hecha hace un mes. Por ser precavida, y conociendo la situación de “retrasos” en los aeropuertos del país, decidió irse tres horas antes de la hora sugerida por la aerolínea.
Su vuelo tenía marcada las 6:30 de la tarde como hora de salida de la terminal venezolana. Sin embargo, su cruzada duró 18 horas exactas para embarcar la aeronave por la puerta número 7 de Maiquetía.
“Cuando llegué me encontré con la sorpresa que el primer vuelo hacia Maracaibo (para las horas de la mañana) no había salido. Y de igual forma estaban los pasajeros de Porlamar. No podía chequear el equipaje hasta tanto no le chequearan el de los pasajeros de la mañana”, refirió Mercedes, quien solo viajó a Caracas para hacer un curso de dos días.
Del mismo lado del mostrador estaba Luis Briceño, marabino. Su escenario era aún peor, y nada alentador, no tenía boleto de regreso y aguardaba en una lista de espera junto a  10 personas más. “No logré conseguir el pasaje de vuelta y me arriesgué. Estoy acá desde las 9:00 de la mañana, pero hoy, de cinco aerolíneas que vuelan hacia Maracaibo, solamente salen tres”, relató.
La frecuencia de vuelos desde Maiquetía hacia el aeropuerto La Chinita, y viceversa, ha disminuido considerablemente. Solamente tres líneas vuelan diariamente, y las que más salen tienen dos vuelos diarios, el resto solo hace un vuelo al día. 
Luis pasó 13 horas del día entre minutos parados y otros tantos sentado frente al mostrador, “tratando de convencer a las vendedoras y al gerente que si quedaban asientos vacíos, me vendiera el mío”. A las 10:30 de la noche, logró su cometido: tener su boleto en mano, con la diferencia que canceló Bs. 100.000 más que el monto que pagó en la ida.
Los costos de los pasajes aéreos se han vuelto otro dolor de cabeza para los viajeros. En agosto,  un pasaje ida y vuelta, Maracaibo–Caracas, era de Bs. 77.400 en   Conviasa. Hoy pasa de los Bs. 173 mil. En este peregrinar estaban los pasajeros que llegaron de Porlamar también con retraso. “¡Perdí mi conexión hacia un vuelo internacional!”, gritaba uno. Mientras que otros   insultaban al gerente. 
Sin embargo, el viacrucis de Luis y Mercedes no acabó allí. Cuando les dieron el boleto para entrar al área de embarque ya el vuelo tenía 4 horas de retraso, y les revisaron la maleta con una advertencia: “Tenemos un solo avión en estos momentos. Y hay dos vuelos hacia Porlamar pendientes antes que el suyo, señora Mercedes”.
En la puerta 1 aguardaban desde hacía más de una hora los pasajeros de ambos vuelos. “Cuando yo pasé por el detector de metales, a las 11:40 de la noche, ya el primer vuelo hacia Porlamar había embarcado, pero ese mismo avión debía volver a cargar pasajeros en Porlamar regresar a Maiquetía y llevarse a la gente que aguardaba en la puerta 1”.
A las 2:30 am regresó el avión. Mientras los pasajeros permanecían esperando en sillas, suelo, encima de maletas de mano. Cualquier sitio, con un poco de comodidad, era ideal para algún minuto de descanso.
“Me tocó acostarme en el piso a esperar. Me puse la maleta de mano como almohada, y la chaqueta de cobija. Hubo instantes en que perdí la noción del tiempo, pero ya el cansancio me vencía”, contó Luis. Mientras que Mercedes durmió una hora en una silla de Maiquetía, con las piernas sobre su maletín de mano.
Otros pasajeros optaron por contar chistes, jugar barajas, intercambiar cuentas de redes sociales, y hasta crear un grupo de whatsapp. A las 5:00 de la madrugada llegó el segundo vuelo procedente de Porlamar. Donde por fin Luis y Mercedes lograron embarcarse. En solo 45 minutos ya estaban en “La Chinita”, luego de pasar más de 18 horas de espera.

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