UNA CAMPAÑA ASIMÉTRICA INTENTA IMPONER LA TESIS DE QUE SE ESTÁ REPRIMIENDO CRUELMENTE LAS MANIFESTACIONES “PACÍFICAS”. LAS ESTADÍSTICAS Y LA COMPROBACIÓN EMPÍRICA HAN PERMITIDO DEMOSTRAR LO CONTRARIO. SI ALGO QUIERE EL ESTADO VENEZOLANO ES LA PAZ. SI ALGO QUIEREN LOS OTROS —LES DA MÁS DIVIDENDOS POLÍTICOS— ES LA VIOLENCIA 
POR MARLON ZAMBRANO • @MARLONZAMBRANO
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ESTÁN PARA CONTENER Y RESISTIR, PERO TAMBIÉN PARA EVITAR QUE SE DESBORDE EL TERROR. FOTO ENRIQUE HERNÁNDEZ
Algunos se preguntan por qué no se ha decretado un estado de excepción, o se ha establecido toque de queda, o se ha militarizado esa franja de país que persiste en un estado general de violencia, con terribles consecuencias sobre la población civil. La pregunta se basa en las amargas estadísticas de casi dos meses de manifestaciones de calle que han tenido como corolario ruinoso el enfrentamiento abierto de manifestantes y cuerpos de seguridad, muertes, destrozos en la vía pública y el desvalijamiento y saqueo de establecimientos comerciales adyacentes al epicentro de las protestas, sin contar el desconcierto sicológico de familias enteras, las dificultades para asistir al trabajo o a clases y la concertación de la normalidad en la vida cotidiana.
En la era de la inmediatez comunicacional todo el mundo lleva un experto por dentro. Las mediaciones, operadas sin distingo por la prensa orientada y los más básicos dispositivos de captación de imágenes (teléfonos móviles, sobre todo) han permitido, a la mayoría, servir bajo “su” punto de vista el espectáculo del horror en un plato caliente a través de las redes sociales, donde una línea de opinión se ha ido fortaleciendo, reforzada por la amalgama casi indestructible de una narrativa con precisión de filigrana, que han sostenido las corporaciones comunicacionales durante 19 años, vendiendo la imagen de un país gobernado por una camarilla de tiranos y comunistas, que han impuesto sin empacho las violaciones más abyectas a los derechos humanos.
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LOS CUERPOS DE SEGURIDAD NO ENFRENTAN SANTOS. FOTO MICHAEL MATA
Así, Maduro y su combo están matando al pueblo que está en la calle reclamando libertad y democracia. Es la represión con su rostro más brutal, a la que se le atribuyen, sin matices, los más de 60 muertos que han dejado como saldo las protestas que arrancaron el 19 de abril, tras el llamado de los líderes de la autodenominada Mesa de la Unidad Democrática (MUD) en reclamo de una serie de reivindicaciones que entre sí se confunden y se solapan, y que no encuentran punto de inflexión: elecciones generales, revocatorio, elecciones presidenciales adelantadas, destitución de los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, la interrupción del llamado a la Asamblea Nacional Constituyente, etc.
Mientras, gente asesinada a tiros, con munición, metras, trancazos, atropellada, golpeada por recipientes congelados, quemada viva, en una vorágine de imágenes desgarradoras y evidentes contradicciones que solo han alimentado el odio entre los venezolanos y ha fundado una modalidad de “operario político” con dudosa denominación de origen, que José Roberto Duque simplemente califica como “el papel del guevón”: “… Está el güevón que arriesga el pellejo y sale a entrompar, a incendiar y a agredir, sin saber que detrás de él hay otros trabajando para propiciar su muerte, triste destino del que se siente guerrero y termina siendo liquidado para alimento de videos y discursos”.
NO ES CUALQUIER OPONENTE 
Uno de esos videos virales que han llenado de vértigo las redes sociales muestra cómo desde una barricada de encapuchados disparan un mortero —potencialmente mortal— en contra de un piquete de la policía, evidenciando el verdadero signo de las confrontaciones de calle: no se están conteniendo consignas y banderas, se está intentando dominar a asesinos paramilitarizados en la primera línea de vanguardia, lo que permite abordar el tema desde una realidad objetiva.
Los audiovisuales, las versiones preliminares machacadas por wasap, las tendencias noticiosas de twitter y la feroz guerra verbal con memes divertidos y amenazas de muerte, son solo uno de los rostros de la confrontación, que puede que sea anecdótica pero carece de valor documental.
Un diputado, David Smolansky, se atrevió a alertar con un tuit a la comunidad internacional, sobre la posibilidad de que el gobierno del presidente Maduro llegara a utilizar armas químicas contra el pueblo, “como está ocurriendo en Siria”.
“Los efectivos que cometan abusos serán procesados enérgicamente” ha dicho, hasta el cansancio, el presidente Maduro y lo han reiterado los ministros de la Defensa, Vladimir Padrino López, y de Relaciones Interiores y Justicia, Néstor Reverol. No es solo una advertencia: varios funcionarios permanecen detenidos a las órdenes de los tribunales.
NO SE ESTÁN CONTENIENDO CONSIGNAS Y BANDERAS, SE ESTÁ INTENTANDO DOMINAR A ASESINOS PARAMILITARIZADOS EN LA PRIMERA LÍNEA DE VANGUARDIA
El ministro de comunicación, Ernesto Villegas, lo declaró el lunes 22 de mayo cuando habían transcurrido 51 días de protestas, con una detallada descripción cotejada con las estadísticas del Ministerio Público: “Ha dado instrucciones —el presidente Maduro— muy claras y determinantes a los cuerpos de seguridad para que se abstengan de usar incluso escopetines, para el disparo de perdigones plásticos en el control de manifestaciones públicas, aun cuando son armas autorizadas por la legislación internacional”. Hasta esa fecha, revelaba Villegas, se habían producido en el país cerca de 600 manifestaciones violentas, lo que implicaría que, si realmente el accionar de los órganos de seguridad fuera violento y represivo, “tendríamos una cifra todavía más escandalosa” de heridos y víctimas mortales.
De las lamentables pérdidas hasta esa fecha, dijo Villegas, seis habían sido víctimas de barricadas colocadas por manifestantes en la vía pública; tres eran chavistas asesinados en Mérida; cuatro chavistas muertos por sicariato; cuatro efectivos de la Policía y la Guardia Nacional Bolivariana fallecidos; trece personas que ni siquiera se encontraban en zonas donde había manifestaciones, personas cuya participación en manifestaciones fue descartada; cuatro víctimas por armas no convencionales; ocho electrocutados durante saqueos; y siete personas muertas estando en manifestaciones.
Sin embargo, las operaciones mediáticas han sostenido el discurso de las muertes por la represión contra las protestas democráticas y pacíficas que se han tornado en actos de resistencia, así como la violación consuetudinaria de derechos humanos y la perpetración de crímenes de lesa humanidad por parte del Estado venezolano.
EL USO DE LA FUERZA
El activista español Lois Pérez Leira, reconocido por sus cruzadas en pro de los derechos humanos en España y Argentina, se preguntó, en una entrevista para el Correo del Orinoco, por qué no están presos todos los que han participado en las acciones violentas de los últimos días. “En España hasta por cantar en la calle detienen a los jóvenes”. Recordó que en Argentina hay una fuerte represión de las constantes manifestaciones en contra de las medidas de ajustes neoliberales del presidente Macri. “Lo que he visto aquí en Caracas es que el Estado busca contener a los terroristas para que no hagan más daño del que ya hacen”.
Vale agregar episodios cercanos: en Colombia el presidente Juan Manuel Santos ordenó la semana pasada la militarización del sector Buenaventura, ubicado en el departamento del Valle del Cauca, por una ola de manifestaciones populares exigiendo mejoras en materia de salud, vialidad, acueducto e infraestructuras en general. Se ordenó reforzar la seguridad con 1.500 policías y más de 700 militares, además de un toque de queda de 6 de la tarde a 6 de la mañana.
En Brasil, vapuleada durante los últimos días por disturbios callejeros que exigen la renuncia del presidente Michel Temer, acusado de corrupción, se ordenó a las tropas del ejército federal restaurar el orden en la capital, Brasilia, dejando abierta la posibilidad de mayor despliegue militar en varias regiones. El ministro de Defensa, Raul Jungmann, declaró: “Este desastre, este caos es inaceptable”.
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NORMAL EN LA CUARTA: PEINILLAS, ROLOS, DISPAREN PRIMERO Y PREGUNTEN DESPUÉS. FOTO ENRIQUE HERNÁNDEZ
En Venezuela, en cambio, se practica a rajatabla el uso progresivo y diferenciado de la fuerza, el cual reclama el comportamiento ético de los efectivos policiales y la Guardia Nacional para cumplir de manera adecuada con su función respetando los principios de legalidad, necesidad y proporcionalidad, como lo recogen los manuales y teniendo como bases legales nacionales la Constitución de 1999 y la Ley Orgánica del Servicio de Policía y del Cuerpo de Policía Nacional Bolivariana. En el ámbito internacional, todos los acuerdos y tratados suscritos y ratificados por el Gobierno Bolivariano, como la Carta de las Naciones Unidas y Estatuto de la Corte Internacional de Justicia y la Declaración Universal de los Derechos Humanos, entre muchos otros.
En el país hemos presenciado, con cierto sosiego, maniobras que descartan el uso de los inefables bastones de mando (los célebres rolos de la Cuarta República) o las tenebrosas peinillas de la Policía Metropolitana, mucho menos las armas intermedias que solo tendrían presencia frente a un eventual desbordamiento del orden público y la seguridad ciudadana, dadas las condiciones de legítima defensa o estado de necesidad. Impensable ver en el país, por ejemplo, equipos de descarga eléctrica (bastones, táser de electrochoque) como es recurrente en manifestaciones públicas de Estados Unidos y Europa.
En cambio, son habituales los morteros, cohetones, chopos y cualquier tipo de arma casera de imprevisibles consecuencias, detonadas con una precisión milimétrica por grupos de choque compactados en barreras de exóticos escudos con tintes épicos, al estilo de los cruzados medievales.
Indudablemente se han cometido excesos. “¿Ustedes se imaginan a un hombre o mujer venezolana, llevando horas y horas de ataques de esa naturaleza?”, señaló el ministro Villegas al hacer referencia al bombardeo de excremento denominado “puputovs”. “… Siendo seres humanos también sienten, padecen y tienen sangre en sus venas. Es admirable la capacidad de autocontrol que han tenido la mayoría de nuestros hombres y mujeres sometidos ante esta asquerosa estrategia”. Sin embargo, sobre los excesos ha recaído el señalamiento público y el encausamiento judicial en apego estricto a la legalidad. Pero eso, claro está, no recibe un justo tratamiento en la distribución mundial de la información.
Al momento de redactar esta nota la Asamblea Nacional discutía en Sesión Ordinaria “el uso desproporcionado de la fuerza del orden público, la tortura, la represión y la violación del ordenamiento jurídico internacional, de parte del Gobierno Nacional…”. Eso, obviamente, será portada de la prensa mundial y su campaña asimétrica.