Fuente: A.E
TEMAS ABORDADOS
TEMAS: ESCENARIO POST-ELECTORAL
MATRICES: Dictadura / Fraude electoral
BALANCE GENERAL
EDITORIAL DE EL NACIONAL: “…Como era de esperarse, las elecciones presidenciales llevadas a cabo el domingo 20 de mayo pasado no recibió el apoyo entusiasta de la comunidad internacional. El hecho no sorprendió a nadie porque con suficiente anterioridad los gobiernos habían dejado muy claro que dudaban de las condiciones y garantías que amenazaban la transparencia del proceso electoral en Venezuela…”
Ramón Escovar León: “…La legitimidad de la “reelección” de Nicolás Maduro ha sido cuestionada por parlamentarios regionales, la Unión Europea y las democracias occidentales con argumentos que no pueden pasar inadvertidos (…) La solución que se amolda a los valores democráticos es convocar un proceso electoral, tal como lo propone la Unión Europea. Esta nueva elección requiere cambiar al CNE, al Tribunal Supremo de Justicia y con participación de todos los partidos y líderes políticos, sin distinciones ni sanciones…”
Jesús Rangel Rachadell: “…El presidente Maduro ha inducido a error a parte de la sociedad, le ha hecho creer que su elección y posterior juramentación ante una reunión de personas que no constituye la Asamblea Nacional, como lo establece la Constitución, fue un acto válido…”
Mitzy Capriles de Ledezma: “…El pasado 20 de mayo el pueblo venezolano protagonizó un legítimo acto de desobediencia civil, produciéndose el más grande paro cívico que ha conocido el país. Más de 80% de la población rechazó la farsa electoral con que Nicolás Maduro pretende entronizarse en el poder….”
Carlos Alberto Montaner: “…Hizo muy bien la oposición que optó por la abstención el 20 de mayo pasado. Era una locura otra vez dejarse arrastrar al matadero. Con ese CNE, con ese registro electoral y sin garantías de un juego limpio era imposible participar. No se podía colaborar ni un minuto más con esa inmundicia. (…)Nicolás Maduro dice que le votaron más de 6 millones de venezolanos, pese a las calles y los colegios electorales casi vacíos. Según los cálculos más serios, solo sufragaron 3,5 millones y él debió obtener algo más de 2,4. El CNE afirma que acudió a votar 46% de los electores. Solo se presentaron en torno al 17,5%...”
ARTÍCULOS DE OPINIÓN
El reclamo europeo (Editorial, El Nacional)
En consecuencia, nadie se hacía ilusiones en cuanto a las garantías reales que predominarían el 20-M, cuando los venezolanos acudieran a votar. Pretender que la Unión Europea comulgara con esas ruedas de molino no solo era una enorme estupidez, sino también un agravio a la inteligencia de los representantes del bloque.
Sucedió entonces lo esperado, es decir, la declaración oficial en la que se piden “elecciones democráticas” y se anuncian más sanciones contra el gobierno de Nicolás Maduro. Según un despacho de prensa de la agencia internacional Efe fechado en Bruselas, los “países de la Unión Europea abogaron por presionar a Venezuela con más sanciones tras unas elecciones presidenciales que no consideran legítimas ni libres”. Los ministros de Relaciones Exteriores, además, llegaron a un acuerdo político en el sentido de “adoptar nuevas medidas restrictivas contra Venezuela, con una ampliación de la lista de las personas ya sancionadas”.
Toda esta tormenta estaba anunciada y nadie en el gobierno de Nicolás Maduro se atrevió siquiera a dar un paso para atenuar las consecuencias de lo que iba a ocurrir. Pareciera que el único accionar que conocen en la Cancillería es el de negar y atacar “al enemigo” con argumentos ramplones que, de tanto escucharlos, ya cansan hasta a sus propios seguidores.
La ex canciller que, por lo visto, sigue guiando la política exterior tras bastidores, se le nota al rompe su afición al berrinche. En la primera oportunidad que se le presenta saca de su limitado vocabulario la palabra injerencista, a la que de tantos usos y abusos que le ha dado la ha convertido en una especie de camión del aseo urbano.
En el ya precitado despacho de prensa de la agencia Efe se anuncia la respuesta, mediante un comunicado, de la Cancillería bolivariana: “Venezuela repudia enérgicamente las conclusiones del Consejo de Asuntos Exteriores de la UE (...) mediante las cuales pretenden cuestionar el proceso electoral venezolano del pasado 20 de mayo, donde resultó reelecto por amplia e incuestionable mayoría de votos el presidente Nicolás Maduro”. Vaya, vaya, “por amplia e incuestionable mayoría de votos”, para que nadie tenga dudas al respecto.
Pero ese no es el punto fundamental del rechazo que formuló la Unión Europea, que luego de la reunión de los ministros de Exteriores consideró que los comicios del pasado 20 de mayo no fueron “legítimos ni libres” y que por tanto no eran “elecciones democráticas”.
En ningún momento la UE criticó la ventaja en votos lograda por el aspirante a la reelección, pues da lo mismo que ganara por escaso margen que por uno amplio. Pero para el gobierno venezolano la decisión “confirma la actitud injerencista y hostil de su Consejo de Asuntos Exteriores”. ¡Por fin apareció la palabrita!
La ilegitimidad de la “reelección” (Ramón Escovar León, EL NACIONAL)
La legitimidad de la “reelección” de Nicolás Maduro ha sido cuestionada por parlamentarios regionales, la Unión Europea y las democracias occidentales con argumentos que no pueden pasar inadvertidos. El fundamento de esta visión se basa en considerar a la asamblea nacional constituyente como órgano de facto porque no cumplió con la indispensable consulta al pueblo, establecida en la Constitución. Sobre la base de esta consideración, lo que emane de ella carece de legitimidad: tanto la convocatoria a “elecciones”, como la “juramentación” presidencial y cualquier compromiso que se pretenda asumir en la acción del gobierno.
Para salvar el obstáculo señalado por Negri -–de que el pueblo es la base del poder constituyente–, la Sala Constitucional dictó su sentencia N° 378 del 31 de mayo de 2017, la cual confunde, entre otras cosas, la iniciativa de convocatoria con la convocatoria misma, que solo corresponde al pueblo. La sala reconoce que el pueblo es el titular de la soberanía, pero que “la ejerce a través del poder popular”; pese a que este poder no está previsto en la Constitución; además, cuando fue propuesto por Hugo Chávez, el pueblo lo repudió sin vacilar en el referéndum del año 2007.
El artículo 347 de la Constitución señala que el pueblo “es el depositario del poder constituyente originario”, el cual es intransferible. El artículo 348 atribuye al presidente, a la Asamblea Nacional, a los concejos municipales y al 15% de los venezolanos inscritos en el registro electoral la iniciativa de convocar una constituyente, pero es el pueblo el único que puede decidir mediante su voto si esta asamblea se constituye o no. De esta manera, es la lectura manipulada de las normas constitucionales lo que permitió concluir que en el proceso constituyente quien decide es el presidente, no el pueblo. En otras palabras: la Sala Constitucional equipara con estos malabarismos retóricos al presidente con el pueblo; tesis que no acepta nadie porque la soberanía en una democracia reside en este último, sin intermediarios. Y esta “interpretación” es uno de los fundamentos del caos institucional al que hemos llegado y que ha permitido realizar un proceso electoral a partir de la convocatoria hecha por la ANC.
Todo lo anterior vació de contenido el derecho al voto, lo que quedó demostrado con los vicios denunciados y los ventajismos sobradamente conocidos. Por otra parte, la abstención le ha infligido otro golpe al proceso “electoral” y ha detonado nuevas reacciones de las democracias occidentales que no reconocen los resultados, al estimar que el proceso “electoral” fue fraudulento.
La solución que se amolda a los valores democráticos es convocar un proceso electoral, tal como lo propone la Unión Europea. Esta nueva elección requiere cambiar al CNE, al Tribunal Supremo de Justicia y con participación de todos los partidos y líderes políticos, sin distinciones ni sanciones. Esta es una salida política impecable que solo depende de la voluntad del presidente “reelecto” para resolver el embrollo que ha producido el evento del 20 de mayo.
Ceremonia en el hemiciclo (Jesús Rangel Rachadell, EL NACIONAL)
El presidente Maduro ha inducido a error a parte de la sociedad, le ha hecho creer que su elección y posterior juramentación ante una reunión de personas que no constituye la Asamblea Nacional, como lo establece la Constitución, fue un acto válido.
Esta conducta, la de hacer incurrir en error, la practica el gobierno desde hace un buen tiempo, por ejemplo: el famoso diálogo, nunca hubo intención de condescender o reconocer el mal que le están haciendo a la sociedad; todo fue una farsa, reuniones se hicieron y nunca cedieron. La convocatoria a una constituyente comunal se hizo sin cumplir la exigencia de preguntarle al pueblo si quería o no una nueva Constitución; no importa, se pasaron ese requisito por alto y llamaron a votar por unos candidatos con un sistema electoral que nadie aprobó, solo fue necesaria la magnificencia de Maduro para definir las reglas del proceso constituyente. La convocatoria a elecciones de gobernadores, de legisladores o presidenciales con posibles candidatos o partidos inhabilitados, sin derecho a participar porque a la Contraloría General de la República, al Tribunal Supremo de Justicia o al Consejo Nacional Electoral les dieron esas órdenes. Hacen unas elecciones en las que movilizan a los electores, con todo y centro de votación, sin su consentimiento, o como hicieron con la constituyente, que pusieron a votar en el Poliedro de Caracas a los centros electorales ubicados en el este de esa ciudad, sin testigos, sin dar servicio de transporte a los electores, vaya usted a saber qué fue lo que ocurrió en esa elección, si hasta Smartmatic dijo que allí no votaron todos los que anunciaron. Las mismas dudas, o peores, que se presentan con los resultados de las supuestas elecciones presidenciales.
La sociedad ha sido perjudicada, le quitaron el referéndum revocatorio, le impusieron alternativas amañadas, con los candidatos que ellos quisieron. Sorprendieron a muchos ciudadanos en su buena fe, con la esperanza de un cambio; y, para colmo, una mentira televisada a través de los medios de comunicación en la que se juró algo que no han cumplido hasta ahora.
Cumplir la Constitución y las leyes no ha sido el principal testimonio de la autoridad. El gobierno declara a su favor 6 millones de ilusiones y pocos participantes.
Esa ceremonia de juramentación en el Palacio Federal Legislativo fue como una misa en escena, una acción contraria a la verdad y a la rectitud, que perjudica a todos los venezolanos. Es como si Maduro entrara solemne a un ambiente en el que el silencio es roto por cánticos, vestido con una casulla, que al frente tuviera un altar, dos velas prendidas, un cristo pegado a la pared, una biblia abierta. Sabemos que Maduro no es sacerdote, que tal vez ni sea cristiano –lo cual no es relevante, en comparación a ser honesto–, pero podría hacer creer que está oficiando una misa, que él es el párroco; todo por usar los símbolos de una religión.
Todo el engaño que oficiaron en la constituyente comunal es para hacer presumir de una legitimidad que no tienen, por lo menos no en la legalidad a la que se refiere la Constitución. Fue para obtener un provecho injusto, el aferrarse al poder por unos cuantos años más, en desmedro del hambre del pueblo. La parafernalia usada con los símbolos del poder es el complemento de la actuación del Consejo Nacional Electoral y de los candidatos que se presentaron a la elección. Esta es la relación de causa-efecto entre el engaño y el beneficio obtenido.
Un dato de este sainete: el candidato Bertucci fue postulado por un grupo de electores que se identificó como Movimiento Esperanza por el Cambio, denominación muy parecida al partido de Ricardo Sánchez, Movimiento Político Alianza para el Cambio, que apoyó a Nicolás. Es extraño que el CNE aceptase esa denominación y que Sánchez no haya impugnado el uso indebido del nombre de su partido, cuando existe la obligación de adoptar una denominación diferente a la que corresponda a partidos políticos.
También, el candidato que se retiró, Luis Alejandro Ratti, se inscribió por iniciativa propia, por lo que tuvo que entregar al CNE el respaldo de firmas de electores equivalentes al 5% del registro electoral que corresponda al ámbito territorial del cargo a elección popular. En este caso debía ser de todo el registro electoral, que tiene más de 20 millones de electores, y 5% de ese registro excede el millón de electores. El candidato Ratti, después de llegarle a 1 millón de personas para que lo apoyasen decide retirarse, por lo que queda la duda de si presentó el respaldo de las firmas en esa cantidad, si el CNE verificó que existiera ese número de firmas, en el mismo papel de seguridad exigido cuando el referéndum revocatorio en contra de Maduro, y cuáles serían las razones para abandonar la carrera presidencial. En el supuesto negado de que sus firmas fueran ciertas, pudo superar al candidato Bertucci en el número de votos.
Muchas coincidencias que parecen irregularidades.
Desobediencia civil (Mitzy Capriles de Ledezma, EL NACIONAL)
El pasado 20 de mayo el pueblo venezolano protagonizó un legítimo acto de desobediencia civil, produciéndose el más grande paro cívico que ha conocido el país. Más de 80% de la población rechazó la farsa electoral con que Nicolás Maduro pretende entronizarse en el poder.
La población en general está cansada de ver una camarilla corrompida robarse el dinero de los venezolanos, la población padece de desnutrición por la grave escasez de alimentos. Hombres, mujeres y niños mueren por falta de atención y medicamentos en centros hospitalarios. No queremos ver las cárceles llenas de presos políticos, no queremos seguir viendo a militares que son detenidos porque ya se cansaron y se avergüenzan de sostener a una narcotiranía.
La verdad estuvo patentizada en la desolación de todos los centros de votación donde solo había activistas o acólitos del régimen. Por lo tanto, Maduro quedó sin legitimidad, y tiene que ser separado de la Presidencia de la República para dar paso a un gobierno de transición nacional, porque él es el obstáculo entre el sufrimiento y el progreso.
Ese progreso, esa paz y esa justicia las vamos a alcanzar con el apoyo de la comunidad internacional, que ya comenzó a intensificar las sanciones y debe activar el principio de la injerencia humanitaria para desarrollar el concepto de protección y resguardo de un pueblo oprimido.
Venezuela saldrá adelante. Hoy más que nunca tenemos futuro. Vamos a comenzar a escribir la historia buena que merece protagonizar el bravo pueblo venezolano. Debemos intensificar la desobediencia. A partir de ahora tenemos que insistir en que se inicie la etapa de instalar un gobierno de transición nacional para ponerle punto final a este capítulo aciago, doloroso y muy oscuro de nuestra historia. Venezuela tiene futuro y saldrá adelante y victoriosa con todos sus hijos.
Cómo se elaboran las trampas electorales en Venezuela (Carlos Alberto Montaner, EL NACIONAL)
Hizo muy bien la oposición que optó por la abstención el 20 de mayo pasado. Era una locura otra vez dejarse arrastrar al matadero. Con ese CNE, con ese registro electoral y sin garantías de un juego limpio era imposible participar. No se podía colaborar ni un minuto más con esa inmundicia.
El porcentaje oficial intentaba acercarse al mítico 50% o, en todo caso, al 48% que votó en las elecciones chilenas. Si Sebastián Piñera era legítimo con esa presencia en las urnas, ¿por qué no lo sería Maduro? Con 17,5% se le podía discutir. Con 46% supuestamente resultaba blindado.
La primera vez que Hugo Chávez cometió un enorme fraude electoral fue en el referéndum revocatorio de 2004. Perdía 60 a 40 a las 6:00 pm, cuando supuestamente cerraban los colegios electorales. El doctor Jorge Rodríguez, entonces (y ahora) portavoz del gobierno, sospechosamente anunció que se iba a dormir admitiendo con su body language que sabía lo que sucedería: en la madrugada, cuando el país soñaba con un mejor destino, anunció que Chávez había ganado 59 a 41. Mágicamente se habían invertido los resultados. Jimmy Carter avaló el fraude, no sé si por ingenuidad, porque lo engañaron, por interés o por evitar un enfrentamiento armado.
¿Cómo lo hicieron esta vez? Como lo vienen haciendo desde entonces cuando les resulta necesario. Durante cierto tiempo pensé que era una compleja operación en la que intervenía la mano peluda cubana desde un siniestro centro de cómputo instalado en la isla, pero el asunto resulta más sencillo, próximo, y con buenos técnicos venezolanos a cargo del sucio asunto.
Una vez terminada oficialmente la votación, la empresa Smartmatic, organizadora electrónica de las elecciones, financiada por el chavismo, obtenía la suma real y calculaba el tamaño del fraude necesario para “ganar”. En ese momento se fabricaban los votos virtuales, se dispersaban por la geografía electoral y se agregaban a la cuenta final. Si la oposición reclamaba un recuento manual se le daban largas o se le negaba, como le sucedió a Henrique Capriles en 2013.
Esto se supo con total certeza en agosto de 2017, cuando Antonio Mugica, presidente de Smartmatic, hoy una empresa seria radicada en Londres, con cientos de empleados y múltiples clientes, que trata de huir de su comprometedor pasado chavista, reveló que las elecciones para elegir a la ilegal asamblea nacional constituyente habían sido alimentadas por 1 millón de votos falsos virtuales. El 20 de mayo, simplemente, multiplicaron el fraude por 3.
Desde el punto de vista moral, el cambalache nada significa para los chavistas. Es solo un recurso revolucionario. Si en 1992 trataron de acabar a tiros con el gobierno mediante un golpe militar, ¿qué importancia puede tener alterar una ridícula elección “burguesa” que es solo un trámite para mantenerse en el poder? Jorge Rodríguez; Tibisay Lucena, esa señora con carita de abuela bondadosa que no rompe un plato, y el CNE completo, pueden dormir a pierna suelta. Ellos solo dan los resultados. Los votos están ahí, contantes y sonantes, colocados por el brazo electrónico de la revolución chavista.
Pero probablemente esta vez la trampa haya sido inútil. 80% de las naciones realmente democráticas no reconocerá al gobierno de Maduro y reclama unas elecciones libres y supervisadas por algún ente neutral. Mike Pence, vicepresidente de Estados Unidos, y el senador Marco Rubio prometen que su país se volcará sobre el acoso financiero de la dictadura de Maduro y la persecución sistemática a la legión de chavistas corruptos.
Estados Unidos es la única nación en el planeta que puede destruir financieramente a cualquier país adversario. Puede castigar a China, Rusia y a Irán por ayudar al gobierno de Maduro. Puede amenazar a Cuba con eliminar las remesas de los exiliados o con aplicar totalmente la Ley Helms-Burton, en lugar de suspender ciertas partes cada seis meses, lo que implicaría que ninguna empresa extranjera podría operar en Estados Unidos o con Estados Unidos si la isla no saca las manos de la Fuerza Armada venezolana.
Estados Unidos, por supuesto, tiene el garrote. Lo que no se sabe es si es capaz de utilizarlo.
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