martes, 1 de mayo de 2018

REPORTAJE// El caudillo Gaitán: 70 años de su muerte


Otto Rojas
Jorge Eliécer Gaitán Ayala dominaba en el escenario nacional como el más destacado dirigente popular. El partido político que lo abanderaba gozaba de las simpatías mayoritarias de su pueblo para las elecciones presidenciales del año 1949 en que debía competir; un sueño que no logró acariciar. Era la figura más avanzada y progresista del liberalismo, animada por reformas laborales y contra el latifundio, que disgustaban a los dueños de la tierra y el capital colombiano. Su lema fue la “restauración moral” de la República y sus acciones se orientaron hacia la reparación de la injusticia social.  Antes que pudiese dirigir las riendas del país neogranadino fue asesinado, un hecho que marcó un precedente histórico en la nación, hace setenta años. 
Ídolo de las mayorías populares, carismático y de verbo encendido, Gaitán defendió con vehemencia la causa de las mayorías pobres del país y se opuso al saqueo descarado de los recursos nacionales por parte de las multinacionales.  Colombia entera lo recuerda con sus denuncias ante la pobreza y la miseria.
Apodado despectivamente “el Negro” por las oligarquías colombianas o “el tribuno del  Pueblo”, por sus seguidores, Gaitán era un abogado de clase media que se caracterizó por su locuacidad y sus ideas revolucionarias. En su campaña presidencial cualquier pueblo, cualquier esquina era llena de militantes gaitanistas. Cualquier persona se acercaba a la radio para escuchar sus palabras y apoyar su causa.
Dado que su victoria en las elecciones presidenciales era considerada como un hecho,  y por ende, una amenaza latente para los  intereses de los conservadores de ese país,  fue asesinado. Aún, siete décadas después del magnicidio más sonado de Colombia, su muerte es un enigma y aunque el crimen se le adjudicó a sus detractores, esto sigue siendo una hipótesis.
La muerte de Jorge Eliécer Gaitán ocurrió el 9 de abril de 1948,  cuando salía de su oficina ubicada en un edificio del centro de la ciudad de Bogotá para ir a almorzar. Un sicario, identificado después como Juan Roa Sierra, le disparó tres veces, ocasionándole la muerte a los pocos minutos.
Luego del asesinato,  el criminal es perseguido por una turba enardecida y este se esconde en una droguería,  los investigadores aseguran que el dueño del local le preguntó por qué había matado a Gaitán, a lo que él respondió: “Ay, señor, cosas poderosas que no puedo decir”. La turba  logró ingresar a la farmacia y  Juan Roa Sierra  fue linchado. Su cadáver es arrastrado por toda la carrera séptima hasta el Palacio de San Carlos, donde dejaron su cuerpo destrozado y desnudo. Inmediatamente después se desencadena lo que se conoció como “El Bogotazo”. “¡Mataron al doctor Gaitán, cojan al asesino!”, gritaban los transeúntes y comerciantes del sector. 
El crimen  desató un levantamiento popular sin precedentes en Colombia.  “Con el asesinato de Gaitán muere, o mejor se mata, a quien es percibido —independientemente de que lo sea o no— el símbolo de una Colombia nueva, en proceso de construcción democrática”, cuenta el historiador Gonzalo Sánchez a BBC Mundo.
El levantamiento del 9 de abril de 1948 semidestruyó el centro de la capital colombiana, cuando allí se realizaba la Conferencia Panamericana que dio vida a la Organización de Estados Americanos (OEA), en la que figuras de distintos países como Rómulo Betancourt por Venezuela, y el joven Fidel Castro —entonces estudiante de la Universidad de La Habana—, se encontraban en Bogotá el día de la tragedia.  
Los hechos violentos y de revuelo  se reprodujeron en muchas otras ciudades y pueblos de Colombia, generando una guerra civil en los cuatro costados.  
Algunos historiadores, como Sánchez, creen que el 9 de abril fue el “primer acontecimiento mundial de Colombia”. En aquel entonces, la embajada de Alemania en Bogotá estimó que sólo en la capital colombiana habían muerto unas 500 personas y que otras 1.000 fueron heridas.
Este acontecimiento dejó un saldo de 3.000 personas desaparecidas y alrededor de 146 edificaciones destruidas. Los “gaitanistas” cumplieron fielmente lo que un día, Jorge Eliécer Gaitán, en uno de sus discursos avasallantes de viernes cultural, les invitara a hacer: “¡Si avanzo, seguidme. Si me detengo, empujadme. Si os traiciono, matadme. Si muero, vengadme!”.
El Bogotazo se considera como un hito en una etapa conocida como La Violencia, que terminó oficialmente a principios de los años 60, luego de que los dos partidos políticos más importantes del país, el Liberal y el Conservador, sellaron un acuerdo político.
Ese acuerdo les permitió a liberales y conservadores alternarse en el poder durante 16 años, pero excluyó a otros sectores políticos.
Sin embargo, fue a nombre de los dos partidos políticos más grandes que muchos miles de colombianos murieron en campos y ciudades, en medio de un enfrentamiento armado en el que se recurrió a todo tipo de vejámenes.
“Durante los dos últimos años de la vida de Gaitán lo que hizo fue tratar de parar esa violencia”, declaró el también historiador Herbert Braun.
El crimen de  Gaitán quedó en la impunidad y la violencia se desbordó.  Los cronistas consideran que ante esa barbarie, muchos políticos creyeron que “con este pueblo no había nada que hacer” e incluso se fueron al exilio.
Aunque nunca se estableció la culpabilidad ni la inocencia de Roa, historiadores señalan que el origen del atentado contra Gaitán está en el éxito de su “Marcha del silencio” —dos meses antes de morir—, en la que le pidió al gobierno de turno que cesara su represión policial en el campo.
“Colombia era una bomba de tiempo y encontró una válvula de escape tras el magnicidio, pensando que sería la manera de acceder a un gobierno popular que nunca se dio”, aseguró el  historiador José Guillermo Landaeta. “El Bogotazo” se llamó también el “Día del Odio”  por la cantidad de muertos que dejó, sin que hasta la fecha se conozcan datos precisos. “Varios cientos de miles murieron  ese día”, comenta Landaeta.
Setenta  años después del asesinato de Gaitán, sus familiares y la Comisión de la Verdad denunciarán inexactitudes jurídicas en la investigación, tanto en el manejo de pruebas, como en los diagnósticos de psiquiatría forense.  Se espera que este lunes 9 de abril, el presidente de la Comisión de la Verdad, el padre Francisco de Roux, revele, junto a otros especialistas, los detalles de la solicitud a la Fiscalía, además de entregar información del denominado “genocidio del Movimiento Gaitanista.”.
“Gaitán fue la esperanza del pueblo, la oportunidad soñada de quebrar el poder omnímodo de las oligarquías. Setenta años después del magnicidio, la antorcha que prendió Jorge Eliécer Gaitán sigue esperando el relevo, un sucesor que reemprenda su lucha. Ningún dirigente político posterior logró identificarse con las masas populares ni representar sus aspiraciones como lo hizo el llorado líder”, asegura Landaeta.
Jorge Gaitán estudió becado en uno de los mejores colegios bogotanos y más tarde hizo Derecho y un doctorado en Italia. Hombre brillante, inteligente, carismático, consiguió escalar todos los peldaños profesionales y políticos hasta rozar la cima, a pesar de su estrato social en una época donde primaban los apellidos. Abogado de prestigio, diputado regional, alcalde de Bogotá, senador, magistrado, ministro; solo le faltó escalar el escaño de la presidencia. 
"Ninguna mano del pueblo se levantará contra mí y la oligarquía no me mata, porque sabe que si lo hace el país se vuelca y las aguas demorarán cincuenta años en regresar a su nivel normal”, expresó  Jorge Eliécer Gaitán, en una de sus alocuciones, un verdadero presagio de lo que ocurrió.

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