miércoles, 23 de mayo de 2018

RESUMEN DE OPINIÓN – 23.05.2018


Fuente: A.E.


TEMAS ABORDADOS
TEMA: ELECCIONES PRESIDENCIALES - REACCIONES
MATRICES: Abstencionismo / Gobierno aislado / Rechazo al gobierno de Maduro / Falcón favorece al gobierno / Fraude electoral

BALANCE GENERAL
EDITORIAL DE EL NACIONAL “…la indiferencia de la ciudadanía puso a Maduro en un extremo jamás visto de aislamiento (…) Los testimonios aplastantes de la abstención invitan a un estudio que no será apacible (…) La soledad de los centros electorales y la elocuencia de las calles vacías se observa a primera vista”.

MARIANELLA SALAZAR: “…Lo que quedó demostrado en la farsa electoral del pasado domingo es la repulsa unánime de más de 80% de la población al régimen dictatorial que representa Nicolás Maduro (…) el dilema de votar o no votar y, finalmente, se abstuvo de refrendar semejante (…) Falcón salió muy debilitado, le compra tiempo a la dictadura para un nuevo diálogo…”

CARLOS BLANCO: “…Ni Falcón ni nadie tenía ni tiene ninguna posibilidad de ganarle a Maduro en el marco del régimen imperante (…) Maduro, presionado por la crisis, accedería a salir por elecciones antes que por una embestida violenta, sea la revuelta popular, sea la militar, sea una combinación de ambas (…) el diálogo con el régimen no es una ruta productiva…”

CARLOS BALLADARES CASTILLO: “…Ante el evento del pasado domingo 20 de mayo, tanto los datos del organismo electoral del gobierno como los ofrecidos por la oposición muestran una caída dramática de la participación (…) el anhelo de cambio no para de crecer y se mostrará contundente cuando las condiciones para su expresión sean las viables (…) Falcón desconoce el proceso electoral y lo califica como ilegítimo, pero no desconoce a la espuria ANC que las convocó ilegalmente…”

ARTÍCULOS DE OPINIÓN
LOS RIESGOS DEL VACÍO (EDITORIAL, EL NACIONAL)
La situación actual de Venezuela es como la de un recipiente sin contenido, desde el punto de vista político, o como lo más parecido a una botella grande y empañada que espera el desbordamiento y el jabón, pero que apenas recibe líquidos a cuentagotas. El resultado de las “elecciones” presidenciales, capaces de conducir a un examen detenido de lo que sucedió y de meternos en los análisis que la situación requiere, apenas se ha sometido a vistazos que solo se han acercado a su superficie.
La dictadura es la menos llamada a realizar exámenes atentos, porque ellos verificarán su soledad y su precariedad. Debe pasar agachada, sin meterse en las entrañas del proceso, para que no la pillen en una operación parecida a las autopsias. Ponerse a buscar los motivos que los venezolanos tuvimos para no aceptar la invitación electoral, sería meterse en un tremedal sin salida. Usar la lupa para descubrir cómo la aplanadora de la indiferencia de la ciudadanía puso a Maduro en un extremo jamás visto de aislamiento, sería como adelantar los pasos de un cortejo fúnebre. Material para el inventario de un fracaso rotundo tiene la dictadura de sobra, pero jamás lo mostrarán frente al público.
La oposición, en cambio, tiene evidencias a granel para solazarse en un estudio del resultado electoral, pero quizá sin el énfasis que los acontecimientos requieren. Los testimonios aplastantes de la abstención invitan a un estudio que no será apacible. La soledad de los centros electorales y la elocuencia de las calles vacías se observa a primera vista como un espectáculo que conduce al entusiasmo, pero que conduce a la obligación de estudiar los motivos que realmente lo causaron. ¿Puede la oposición atribuirse las razones de la participación mínima de votantes, sin pensar en la existencia de un movimiento autónomo que tuvo poca relación, o apenas vínculos relativos, con lo que ella propuso antes de que sucediera la “elección”? Son preguntas de ardua contestación, si se quiere llegar a una reflexión sensata y realista de los hechos.
La situación se hace más complicada, si se considera que esos hechos fueron precedidos por un capítulo de desunión que condujo a una apreciación contradictoria de lo que sucedería. La oposición hasta ahora reconocida por las mayorías marchó partida en fragmentos a enfrentar la invitación de la dictadura, y ahora debe mirar hacia esos pedazos susceptibles de poner de relieve un panorama de descoyuntamiento que no debe pasar inadvertido. ¿Se hará una observación descarnada de un prólogo de distancias, antes de ponerse a juntarlas? ¿Será posible la operación, si viene precedida de silencios sepulcrales? No será fácil, si se sigue en el juego de las simulaciones y de las cortesías sin destino.
Justo lo contrario de lo que las urgencias requieren. La ausencia de discusión y, por consiguiente, el retardo de decisiones capaces de orientar cabalmente a la ciudadanía, remite a una irresolución de cuya permanencia se puede esperar lo peor. La botella no puede seguir vacía, a menos que los responsables de la conducción política prefieran la sed absurda del necio que está frente al oasis sin atreverse a calmar su necesidad y el ansia de los que vienen en la caravana.

FALCÓN QUEDÓ AL DESCUBIERTO (MARIANELLA SALAZAR, EL NACIONAL)
Lo que quedó demostrado en la farsa electoral del pasado domingo es la repulsa unánime de más de 80% de la población al régimen dictatorial que representa Nicolás Maduro. El pueblo, psicólogo lento pero experimentado, en su laberinto interior terminó por orientarse dentro de la confusión creada por el dilema de votar o no votar y, finalmente, se abstuvo de refrendar semejante patraña –incluso gran parte de los 16 millones que sacaron el carnet de la patria–, y mucho menos reconocieron a Henri Falcón como su líder político.
La candidatura del ex gobernador de Lara era endeble, y fue percibido como un oportunista que se aprovechó de la decisión de la MUD de no presentar candidato presidencial y no concurrir a unas elecciones convocadas por la ilegítima asamblea nacional constituyente. Falcón se valió de la ocasión para cazar votos e incautos y, quizás, también se ilusionó con creer que podía torcer la decisión tomada por los países demócratas de la comunidad internacional de no reconocer los resultados.
Alguien, entre los visibles mercaderes políticos que hay en su comando, lo convenció de que podía ganar esas elecciones con el mismo CNE tramposo y las mismas rectoras que tienen el período vencido –más que literalmente–, y que acababan de arrebatarle la gobernación a Andrés Velásquez en Bolívar y nunca estuvieron dispuestas a brindar condiciones mínimas electorales.
Falcón venía de perder la gobernación en su estado, a pesar de que las encuestadoras pagadas por su comando se equivocaron estrepitosamente –ayer y hoy– al darlo como ganador. Fue asombroso que no pusiera en duda ni por un instante los resultados del CNE que favorecieron a una “paracaidista” como la almirante Carmen Meléndez, a la que reconoció de inmediato y, además, tuvo el desatino de culpar a los partidos Primero Justicia y Voluntad Popular de su derrota.
Su candidatura presidencial fue un atentado contra la unidad y el Frente Amplio, que le hizo varios llamados para que retirara su candidatura y no se prestara a validar un fraude electoral, pero, en vez de ahorrarnos ese bochorno, siguió participando de manera compulsiva con el único propósito de seguir en una carrera en la que nadie creía. Al autoproclamarse candidato de oposición, sin medirse en unas primarias o ser resultado de un consenso, no inspiró confianza en los votantes que lo reconocieron como una pieza más en la comparsa que necesitaba Maduro para legitimarse. Por eso prefirieron abstenerse.
No votar es un derecho, un ejercicio de libertad y una acción política de repudio contra todas las opciones. La abstención se levantó por encima de los errores de la dirigencia política y asestó un duro golpe a todos los participantes. Falcón salió muy debilitado, le compra tiempo a la dictadura para un nuevo diálogo, vuelve a autoproclamarse como candidato presidencial en unas elecciones que convocará de manera fraudulenta la ANC para “relegitimar” todos los poderes, incluida la Asamblea Nacional, y poder continuar con el mismo show de su candidatura hasta el mes de octubre.

DESPUÉS DE LA ABSTENCIÓN (CARLOS BLANCO, EL NACIONAL)
Mucha gente se pregunta qué hay después de la masiva abstención del domingo pasado. Muchas respuestas caben. Lo primero es despejar una trampita que surge de cuando en cuando, sobre si era mejor que continuara Maduro o que ganara Falcón. Esta es una trampa cazabobos. Ni Falcón ni nadie tenía ni tiene ninguna posibilidad de ganarle a Maduro en el marco del régimen imperante. Así es que lo que había que escoger no era entre Maduro y Falcón, sino la forma en la que Maduro se apropiaría una vez más del poder, si con las mesas electorales llenas o con las mesas electorales vacías. Con la primera opción, la de la “fiesta democrática” con las calles llenas, habría abierto el camino para una disputa sobre las cifras (quién tuvo más y quién tuvo menos); con la opción de las calles vacías –como en efecto, aconteció– ese debate no existe. Maduro tiene la soledad de la calle.
El otro tema es que no se trata de obtener condiciones electorales para poder participar. El fundamento de quienes solicitan esas condiciones es que Maduro, presionado por la crisis, accedería a salir por elecciones antes que por una embestida violenta, sea la revuelta popular, sea la militar, sea una combinación de ambas. No es previsible que el régimen acceda a su salida negociada y, por tanto, la idea de “condiciones electorales mínimas” es una ilusión. El cerco internacional que asfixia al régimen y lo ha puesto a boquear es, precisamente, la paradójica causa del aferramiento al poder por parte de la camarilla: sus miembros no tienen dónde ir. Si estaban agarrados al poder porque es la naturaleza de su proyecto, ahora están más agarrados porque no tienen espacio en el planeta Tierra que los acoja. Por tal razón no habrá condiciones electorales para unas elecciones en las que la posición de Maduro esté en juego.
Se ha desbrozado un camino, y su tránsito requiere unidad e imaginación. Se sabe que el diálogo con el régimen no es una ruta productiva. Los dialogantes, con Zapatero a la cabeza, prostituyeron el significado que el diálogo pudiera tener. También se sabe que las elecciones en los términos del régimen son inaceptables, en las que no hay chance ni para quienes le hacen el juego. La propia abstención, apoyada por todos los sectores democráticos del país, ha marcado el camino: fue un acto de rebeldía, de desobediencia de millones de ciudadanos, quienes en forma firme y pacífica le dijeron al mundo lo que el mundo dice sobre Venezuela: el régimen de Maduro tiene que terminar.
Se ha abierto una ruta que hay que transitar con unidad e imaginación.

UNA PROPUESTA DE UNIDAD PARA SUPERAR LA TRAGEDIA VENEZOLANA (CARLOS BALLADARES CASTILLO, EL NACIONAL)
Ante el evento –porque no puede llamarse elecciones– del pasado domingo 20 de mayo, tanto los datos del organismo electoral del gobierno como los ofrecidos por la oposición muestran una caída dramática de la participación si lo comparamos con elecciones presidenciales (o cualquier otra) desde que se poseen mediciones de las mismas. Y todos sabemos que sus razones no responden a la apatía o una tradicional abstención como en los países desarrollados, sino al rechazo al régimen chavista-madurista en todos los sentidos junto a la destrucción de las condiciones de una elección realmente democrática. Pero incluso con sus cifras se puede identificar claramente el rechazo de más de 70% del electorado. El anhelo de cambio no para de crecer y se mostrará contundente cuando las condiciones para su expresión sean las viables. La meta de los demócratas debe ser esa: lograr las condiciones para que el pueblo pueda asumir su destino, ser ciudadano y no esclavo. ¿Cómo lograrlo? Con la unidad y la esperanza. La unidad operativa para evitar la dispersión del esfuerzo y las contradicciones, y la esperanza para animar en la lucha. A continuación ofreceremos algunas ideas al respecto.
1. Olvido de lo pasado en lo referente a los hechos, ideas y conductas que generen división entre los demócratas. En relación con las ideas será inevitable que algunas se lleven a debate, pero se tendrá que saber seleccionar las fundamentales de las que no lo son, de manera que no se caiga en discusiones estériles. Por ejemplo: el asistir o no a las “elecciones” del domingo nos separó, pero ya ha pasado ese evento y el principal candidato opositor (Henri Falcón) no ha reconocido los resultados por la violación de las condiciones mínimas. Este hecho nos vuelve a poner en sintonía a todos los opositores en la necesaria conquista del sufragio realmente democrático. No podemos quedarnos en el tema de la abstención como causa cuando es una consecuencia de lo que vivimos, pero incluso si dicha discusión genera conflictos ¡pasemos la página y centrémonos en las tareas por hacer posterior a ella!
2. Unidad, pero no cualquiera, sino la que busque unas reglas de conducta entre nosotros que incorporen la firme promesa de bajar el tono al debate evitando ofensas personales y estridencias. Para ello, considero fundamental que los principales dirigentes reduzcan al mínimo las declaraciones en las redes sociales o que se lo piensen más de dos veces antes de publicar algo. A propósito, reconozco que la campaña que llevó a cabo Henri Falcón fue bastante respetuosa en este sentido.
3. Unidad en un programa mínimo común que plantee los ideales y las bases de las políticas públicas que implementaremos una vez logrado el poder. Dicho programa debe ser la esperanza de democracia y prosperidad que anhelan las mayorías, y para ello debe ser votado por todos. Existen varias iniciativas que ya lo han ido elaborando, lo que falta es acordarlo y hacerlo lo más atractivo posible. Nunca olvidemos en este sentido el éxito del Pacto de Puntofijo desde 1958 hasta 1998 y en especial en la primera mitad de dicho período.
4. Unidad en una estrategia, la cual debe incluir la selección por vía democrática de un conjunto de líderes (¡que respetemos y aceptemos su labor de representación de nuestros intereses!) y la creación de los mecanismos de toma de decisiones que sepan combinar eficiencia y participación. De esta forma todos los miembros de esta gran unidad serán escuchados, y al mismo tiempo todos tendremos que ser fieles defensores de las decisiones tomadas. Si votamos por dichos coordinadores junto a las reglas de la nueva organización que nos reúna a todos los demócratas más allá de lo electoral, ese mismo día con nuestros votos deberemos comprometernos a hacer realidad nuestra voluntad. Seremos militantes comprometidos por la democracia, y no individuos que anhelan libertad pero que no saben defenderla junto a sus iguales, por lo cual terminan siendo devorados por la atomización.
5. Unidad en torno a todas las manifestaciones democráticas. Me refiero al apoyo de todas las protestas que exigen el respeto a la ley y los derechos, y saber darle el sentido político a las mismas. Estar con la gente que sufre, pero al mismo tiempo saber guiarlos a la acción política. Pero también desarrollar todo los ámbitos no políticos que fortalecen la utopía con la que soñamos: una sociedad abierta y libre. En este sentido toda expresión cultural debe ser apoyada para lograr la tan anhelada formación ciudadana.
6. Unidad en las prioridades estratégicas. Considero que la lucha por las condiciones electorales democráticas debe estar en el primer lugar, y el pueblo el 20 de mayo lo dijo claramente: no voto en farsas electorales. La protesta no puede abandonar esta meta, debe estar todo el tiempo en el discurso y en las exigencias para lograr un nuevo Consejo Nacional Electoral y el respeto a las condiciones mínimas.
7. Unidad con la comunidad internacional democrática que nos apoya en nuestra lucha y con la diáspora venezolana. Debemos actuar coordinadamente para lograr la meta común, tanto los Estados como los venezolanos que protestan afuera. En este sentido creo que el apoyo debe superar (sin eliminar) lo político, y buscar las formas para que por medio de nuestra organización unitaria se asista a tantos venezolanos que están en la miseria.
8. Unidad nacional que incorpore a todas las instituciones y actores del país, y que sea capaz de iniciar un proceso de reconciliación con justicia. Que inicie conversaciones con TODOS para comenzar la transición a la democracia, eliminando de nuestro lenguaje todo descrédito, de modo que muchos no teman volver o ingresar a las filas de la democracia.
No está siendo fácil ni lo será, pero no podemos seguir peleándonos entre nosotros. Muchos hablan de unidad pero la misma necesita que establezcamos claramente su forma, sus reglas y sus metas. No dejemos de nombrarla e iniciemos un diálogo entre todos los que anhelamos la libertad. Es un sueño que vale la pena y que cada día está más cerca. Está en nuestras manos, no lo dejemos morir.
En el escenario de unas primarias en la oposición, Falcón tiene escasas posibilidades de éxito. Lo que sí observamos es una sólida conchupancia con el régimen: Falcón desconoce el proceso electoral y lo califica como ilegítimo, pero no desconoce a la espuria ANC que las convocó ilegalmente, ni los abultados resultados electorales que contrastan con la desolación que el mundo entero registró en las mesas electorales, ni exige un nuevo CNE verdaderamente imparcial. De paso, tampoco reconoce a Maduro como dictador.
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